Hace unas semanas visité una página de venta de ropa y calzado en internet. Desde entonces su banner, unos zapatos retro, me persiguen por todo internet. Vaya donde vayan allí están ellos. Hace poco hubo elecciones: ¿podrían haberme perseguido las caras de los candidatos a la presidencia de la Xunta de Galicia por todo internet? Si los políticos en España estuviesen al nivel de modernidad de los políticos de Estados Unidos, ya lo habrían hecho.
La campaña por las presidenciales de Estados Unidos ya ha abierto la veda de la publicidad altamente dirigida en internet. Las empresas privadas llevan años haciéndolo: parte del éxito de los anuncios de Google está en su elevado poder de segmentación. El boom del big data ha hecho que todo el mundo se pregunte sobre el potencial de los datos. La información es una fuente de ingresos: conocer bien al cliente, analizar en profundidad esos datos, permite convencer al cliente justo. En todas partes se está produciendo información, todos estamos haciendo públicos ingentes cantidades de datos y detalles sobre nosotros y nuestras filias y fobias y cada vez es más fácil hacerse con un perfil claro de cada uno de nosotros si se tienen los algoritmos adecuados.
Todo es perfectamente legal. Navegar por internet es ya garantía de decirle al mundo quienes y como somos. De ahí, que te pueda perseguir un par de zapatos por toda la red. De ahí, que los anuncios parezcan conocerte mejor que tu madre y acierten dándote ropa vintage, una selección de artículos de Amazon y una recomendación para que te compres un cupón en un spa. Ahora a los electores estadounidenses le persiguen además anuncios políticos.
Los dos partidos principales emplean técnicas similares a las de los anuncios comerciales para llegar a sus potenciales votantes. Así, pueden dirigir el mensaje directamente al votante, para conseguir persuadirlos en temas concretos que les interesan, como ha demostrado un documental de la televisión pública PBS y como recoge FastCompany. Así, cruzan los datos públicos existentes como direcciones, género o grupo étnico con otros conseguidos por firmas de marketing, como el historial de navegación o las cosas que gustan en Facebook. Es decir, están aplicando las estrategias más actuales en términos de publicidad para conseguir el mejor efecto final.
Como explican desde la dirección del programa a la revista, la importancia de este cambio de estrategia va más allá de una publicidad más efectiva y podría ser el principio del cambio en la comunicación de los partidos políticos con sus potenciales votantes. Los políticos se han dado cuenta de que cada vez se consume menos televisión, que hasta ahora había sido el principal soporte para transmitir sus mensajes, por lo que internet es el soporte al que tienen que dirigirse.
La ventana al futuro que abre el descubrimiento de estas prácticas (que por otra parte tampoco son secretas ni ilegales: los periodistas han entrado en los propios cuarteles generales de campaña) puede ser un poco inquietante, sobre todo si se hace el test que permite descubrir cuánto pueden saber los políticos de ti y cuan vulnerable eres en tu navegación en la red.
Foto cc jamesomalley
from TICbeat http://feedproxy.google.com/~r/rwwes/~3/tKymtfOVd-g/