El proyecto para hacer de Málaga una smart city está centrado en la energía. Si otras iniciativas se basan en los servicios informáticos para mejorar la ciudad, en este caso se ha optado por la integración de fuentes renovables en la red eléctrica, con el objetivo de aumentar la eficiencia y reducir las emisiones de dióxido de carbono. La intención es que el control energético llegue a los hogares también.
Smart City Málaga es un proyecto liderado por la compañía eléctrica Endesa, de ahí la importancia que se le da al factor energético. El objetivo es lograr la implantación de una red energética que sea inteligente desde la gestión y el almacenaje hasta el consumo.
El proyecto está centrado en el barrio de La Misericordia de Málaga, que cuenta entre 30.000 y 40.000 ciudadanos. Se ha escogido este entorno debido a que dispone de una red eléctrica relativamente nueva, hay espacio para las energías renovables y las autoridades públicas se han mostrado favorables a la iniciativa, según explica Alfredo Rodríguez, perteneciente a Endesa y director Smart City Málaga.
El citado barrio de La Misericordia se convierte “en un entorno real donde poder probar distintas iniciativas de redes inteligentes”, tal y como afirma Rodríguez. La mejora es generalizada para todo el conjunto de la población, ya que el almacenamiento de energía en baterías se podrá derivar para la climatización de edificios o el alumbrado público.
El transporte también se verá afectado por la red energética inteligente, tanto en su vertiente pública como privada. Se propiciará el uso de coches eléctricos aumentando el número de postes de recarga e introduciendo una flota de vehículos. En este punto se está investigando el concepto V2G (Vehicle-to-grid), que permitirá conectar los vehículos a la red para que un cliente de la red pueda vender a ésta el remanente que le sobre.
Las fuentes de energía renovables tienen una gran importancia. La eólica es de las que más protagonismo tiene, pero se diversificará la oferta con el objetivo de asegurar el suministro. El establecimiento de bombillas LED en las calles es otra de las mejoras orientadas a aumentar la eficiencia. En total, se pretende conseguir un ahorró energético del 20% y reducir las emisiones de 6.000 toneladas de CO2.
Rodríguez también destaca el plan para optimizar la red inteligente de modo que se acerque al concepto PLC (power line Communications). “A una red de comunicaciones potente puedes enchufar lo que quieras”, apunta. Se podría aprovechar esta infraestructura incluso para la transmisión de datos a alta velocidad, es decir, acceso a Internet.
Eficiencia también en los hogares
Las medidas para optimizar la gestión de la energía no sólo se llevarán a cabo a nivel público. El control del consumo también estará presente en los hogares y en la pequeña empresa. Nuevos contadores inteligentes servirán para hacer los procesos más sostenibles.
La idea es que el ahorro energético se produzca en todos los ámbitos. De aquí proviene la importancia de hacer partícipe de las mejoras al ciudadano, para cuyo beneficio se está trabajando al fin y al cabo.
Financiación, organizaciones implicadas e impedimentos
El proyecto está financiado con el Fondo Europeo de Desarrollo, que se gestiona desde el Estado, quien también subvenciona una parte. En total, la cuantía invertida es de 31 millones de euros. Las organizaciones que forman parte del consorcio liderado por Endesa también contribuyen. Entre ellas se encuentran empresas como Enel, GreenPower, IBM o acciona y centros de investigación.
En cambio, la construcción de la red eléctrica inteligente conlleva un choque de intereses. “Sobre lo que hay que actuar es un activo de la distribuidora y hay que retribuir esas posibilidades de la red”, comenta Rodríguez. La distribuidora propietaria de la red podrá comercializar nuevos productos, por tanto existe la disyuntiva de cómo se debe pagar la inversión para la nueva red.
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