Fue una de las frases que más gustaba a los conferenciantes sobre temas económicos y de empresa hace unos años: la palabra crisis en chino significa tanto peligro como oportunidad, lo que permite hilar una interesante filosofía de negocio sobre cómo enfrentarse a la recesión.
La crisis da mucho miedo: España ha alcanzado unos niveles de paro alarmantes, los bancos han cerrado el grifo de crédito y la población debe enfrentarse a una inquietante sensación de abismo, de que más allá de los problemas no existe gran cosa. Y sin embargo sí se puede vislumbrar luz al final del túnel.
¿Por qué, en medio de este tremendo panorama, hay que lanzarse a la aventura de emprender?
La primera razón es la evidente. No hay trabajo. Las empresas no están contratando o no están sabiendo reaccionar ya no a la crisis económica sino también a la crisis de modelo de negocio. La crisis, la gran recesión, está siendo contemporánea a una suerte de nueva revolución industrial, la del salto a la red. Muchas compañías se están centrando en lo primero y están obviando lo segundo. Clásicas y por todos conocidas son las críticas que se hacen a la industria del cine, que no está sabiendo ver el potencial de internet como mercado y como canal. En medio de este contexto, se encuentran los empleados descontentos que no entienden la razón por las que sus empresas no están viendo la oportunidad de emprender y los trabajadores que no consiguen empleo pero que han sabido ver ese nicho de negocio: ellos son potenciales emprendedores.
Estos emprendedores se beneficiarán de la lentitud de las grandes compañías, que están todavía ligeramente paralizadas ante el empuje de internet y por tanto no serán una agresiva competencia. La escala de costes de la red es además inferior a la que aquellos que debían enfrentarse al mundo de los negocios en el pasado debían asumir: montar una empresa, ser emprendedor, nunca fue tan barato. Pongamos el ejemplo de una tienda online: el hosting y el dominio costarán muy poco y el capital puede centrarse en desarrollar una buena experiencia de uso, en una buena seguridad y en ofrecer el mejor producto.
El mundo online abre el abanico de posibilidades a todo, absolutamente todo. Como explicaba Chris Anderson en su entonces revolucionaria (hoy parte de la cultura popular) teoría de la economía de la larga cola, internet ha abierto el abanico para cubrir todas las necesidades de mercado y todas las oportunidades de negocio. El secreto está, por tanto, en ser original, en encontrar algo ‘distinto’ y en ser altamente creativo.
La crisis es también una oportunidad para eliminar un riesgo paralizador: No hay nada que perder. Cuando se parte de una situación más segura, con un trabajo fijo o bien pagado, la idea de lanzarse a emprender un nuevo negocio, a desarrollar una idea propia, se encuentra con un punto de reticencia casi obligado. ¿Y qué pasa si fracaso? ¿Qué pasa si después de todo mi negocio es un fiasco? La crisis ha complicado tanto las cosas, ha eliminado tanto los puntos de agarre y ha hecho todas las cosas seguras tan cuestionables, que nunca se repetirá una ventana como esta para ser osado.
Procter&Gamble nació durante la crisis de 1837, la firma que luego se convirtió en IBM durante un período de depresión a finales del siglo XIX, lo mismo que General Electric, compañías todas que nacieron en recesión y que se han convertido con el paso del tiempo en gigantes multinacionales. Facebook nació tras el estallido de las puntocom y Playmobil convirtió la crisis del petróleo de los años 70 en la clave de su éxito actual, convirtiendo el problema de los precios elevados de las materias primas en solución reduciendo el tamaño del producto.
Foto cc Rachel from Cupcakes Take the Cake
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