miércoles, 27 de noviembre de 2013

Centros de desintoxicación de Internet para adolescentes japoneses

Centros de desintoxicación de Internet para adolescentes japoneses

El Ministerio japonés de Educación estaría planeando abrir centros de desintoxicación o ayuno de Internet para estudiantes a lo largo de 2014, en los que se pretende ofrecer ayuda oficial a los jóvenes nipones que quieran aprender a vivir sin estar enganchados a sus portátiles y dispositivos móviles.

Los síntomas de esta enfermedad son, según los expertos, muy similares a los de cualquier otra adicción: existe un mono o síndrome de dependencia que permite que conectarse interfiera con otras actividades prioritarias, como las académicas y/o laborales y, en algunos casos, la adicción puede, incluso, provocar trastornos en el sueño que llevan a los enfermos a despertarse en mitad de la noche para consultar la red.

La adicción a Internet es un mal extendido por todo Occidente que, sin embargo, es especialmente virulenta en Japón, un país especializado en exacerbar lo mejor y lo peor del mundo moderno, que da rienda suelta a sus propias contradicciones en la relación de sus habitantes con la tecnología.

518.000 escolares japoneses adictos a Internet

Según declaró un responsable del citado ministerio al periódico The Daily Telegraph en agosto, Japón contaría con, al menos, 518.000 menores de edad enganchados a la red. Otros estudios, como uno realizado por la Universidad de Nihon en el que se encuestó a 100.000 colegiales, establecen la proporción de adictos en un 8,1% de la población infantil.

El conflicto entre la discreción y la popularidad

La actividad de los ciudadanos japoneses en la red es igual de intensa o más que la que mantenemos en otros países occidentales, pero no es idéntica. Según ha relatado un estudiante japonés de económicas llamado Kaz Aoyama a Mashable, en la sociedad japonesa moderna chocan dos preceptos opuestos: el afán por la discreción promovido por los valores tradicionales nipones y el ansia de popularidad rápida que promueven las redes sociales.

Así, además de jugar online, muchos adolescentes japoneses son activos en Twitter, pero evitan mostrar sus rostros en sus avatares, así como nombres que los identifiquen. Existen reticencias a exhibir la propia identidad en la red, pero ello no frena su expansión.

Los hikikomori: una llamada de atención

Otro ejemplo ilustrativo es el de los hikikomori, esos jóvenes o adolescentes capaces de pasar meses encerrados en su habitación tras un shock que puede tener que ver con un fracaso laboral o con una mala actuación en público. Los hikikomori se recluyen, para disgusto de sus seres queridos, pero mantienen una intensa actividad en la red, donde buscan a otras personas con las que comunicarse.

Ese caso extremo, el de los hikikomori, puede ser la punta del iceberg en una sociedad en la que el 38% de los escolares aseguran haber sido víctimas de acoso y maltrato por parte de sus compañeros de clase, y eso quizás les haga pensar a algunos que el contacto con los otros es más fácil y menos dañino a través de un dispositivo o una interfaz.

Foto cc: sinkdd






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