En enero ya os contábamos en TICbeat cómo Pavel Durov, fundador de la mayor red social rusa (VKontakte) había vendido la mayoría de las acciones de la compañía a dos influyentes oligarcas, Ivan Tavrin (Director general de la operadora Megafon) y Alisher Usmanov (dueño del servicio de correo Mail.ru, y accionista de múltiples empresas tecnológicas, entre ellos su competidor Facebook). Muchos analistas vieron en este movimiento más una cesión ante el poder político que un negocio: Tavrin y Usmanov son cercanos al Kremlin, mientras que Durov es un reconocido libertario que se había negado en múltiples ocasiones a censurar los perfiles de opositores en su red social.
Ya en aquel momento Durov estaba centrado en el lanzamiento de una aplicación de mensajería móvil ultrasegura, con la que saltaría a la fama en Occidente semanas más tarde: Telegram.
Sin embargo, hasta ahora se había mantenido vinculado de un modo u otro a VKontakte… hasta que esta semana publicaba en su perfil personal que el control total de la empresa había pasado a Igor Sechin y Alisher Usmanov, y que se había enterado de su despido por la prensa. Igor Sechin fue hasta hace dos años viceprimer ministro de Rusia (antes había sido agente de la KGB) y a día de hoy es el presidente de Rosfnet, la mayor petrolera rusa.
La situación insostenible de los emprendedores rusos
Probablemente, en el contexto ruso, esto sea algo inevitable, pero estoy contento de que hayan pasado siete años y medio [antes de que ocurriera]. Hicimos mucho, y parte de lo que se ha hecho no se puede deshacer”.
El “contexto ruso” del que habla Pavel Durov ya lo hemos abordado también en esta web: una escena tecnológica comercialmente pujante (Rusia posee el mayor mercado online de Europa: 66 millones de internautas rusos y una previsión de crecimiento del 15-20% anual hasta 2018), pero en la que la falta de libertad económica y política hace huir a los empresarios y desarrolladores innovadores (y/o contrarios a Vladimir Putin) a lugares como Silicon Valley. De hecho, el proyecto de construir un “Silicon Valley ruso” (el Centro de Innovación de Skólkovo) aprobado por el antecesor de Putin quedó abortado cuando, al poco de volver este último al poder, empezó a perseguir a los responsables del proyecto y a las empresas allí instaladas, acusándolas de múltiples irregularidades.
La fama y fortuna de Durov parecían haberle protegido hasta ahora, pero ahora él también ha anunciado ya su exilio: “Estoy fuera de Rusia y no tengo planes de volver. Desafortunadamente, el país es incompatible por el momento con los negocios en Internet”. En declaraciones a Techcrunch precisó: “Me temo que no hay vuelta atrás, no después de haberme negado públicamente a cooperar con las autoridades”. Parece ser que la actual política rusa de agresión contra Ucrania (país en el que VKontakte es también notablemente popular) podría haber impulsado al Kremlin a actuar con mayor agresividad para lograr la entrega de datos de ciberactivistas.
Durov anunció el jueves (simbólicamente, mediante una publicación en Facebook, no en VKontakte) que ha creado una sede temporal en Europa central para él y los doce ingenieros con los que desarrolló VKontakte y ahora desarrolla Telegram, y ha realizado un llamamiento a la comunidad para encontrar un lugar en el que establecerse para desarrollar su app de mensajería segura en un entorno libre.
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