El de Elena Corchero es uno de tantos nombres españoles que suenan más y mejor en el extranjero. La diseñadora canaria, residente en Reino Unido, se anticipó a la fiebre wearable que hoy nos invade y trabaja desde 2004 en prendas y accesorios inteligentes, capaces de conectarnos, pero no a la nube, sino, más bien, a nuestro entorno y los que nos rodean.
Así, en contraposición a todos esas pantallas que absorben a tantos usuarios, Corchero acumula en su currículum trabajos como Ecolorium, una colección de bisutería fotosensible, fabricada mediante impresión 3D y diseñada para concienciar sobre el calentamiento global y el cáncer de piel, o una chaqueta capaz de exteriorizar la felicidad que produce la ingesta de chocolate.
Entre sus clientes figuran marcas como BBC, Saatchi & Saatchi, los próximos Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, TED, la Universidad de Westminster o el fabricante de dulces Cadbury.
“Me gusta pensar que soy una especie de mediadora entre la ciencia y el arte”, explica la diseñadora a TICbeat durante su reciente estancia en Madrid, donde ha participado en la última edición de The App Date, que tuvo lugar en Zinc Shower.
Las diferencias entre lo portable o lo wearable
A Corchero le interesa utilizar “las tecnologías de una manera más sutil”, que no abuse de la electrónica. “Estoy intentando concienciar a la gente común de que estas tecnologías existen”, comenta, sabedora de que pocas empresas están dispuestas a invertir si no van a recuperar los costes y de que, la mayoría de las veces, creaciones como las suyas se quedan en piezas únicas que son guardadas en los laboratorios de universidad.
Sin embargo, hoy en día, a la hora de pensar en qué queremos hacer con una prenda, “casi todo es posible”, asegura Corchero con entusiasmo. La dificultad, indica, radica en ser capaz de utilizar la tecnología con significado y relevancia y con una de las grandes capacidades del arte, la de “medio de comunicación y crítica social”.
Corchero advierte sobre las frecuentes confusiones con el término “wearable”. “Las gafas, pulseras y relojes conectados son accesorios inteligentes”, señala, “pero no son wearables; porque los wearables tienen que ver siempre con materiales de vestir”. “Hay atletas y militares que los utilizan, pero lo que hay en la calle no es wearable, sino más bien portable”.
Bufandas luminosas, gabardinas alegres y joyas fotosensibles
Por ejemplo, la diseñadora ha creado Lflect, una línea de bufandas y otros accesorios de lana con bandas reflectantes, que desarrolló “para incentivar la economía local de la lana en Escocia”, una industria que, como casi toda la textil, cuenta, “se ha ido a China”. La colección estaba concebida, en principio, como un accesorio de seguridad vial para ciclistas y para niños, pero, pronto, Corchero descubrió que sus bufandas reflectantes empezaban a moverse en el mundo de la noche y del espectáculo, como elementos decorativos o expresivos.
En cuanto a esa chaqueta mágica que mencionábamos al principio, se trata de un proyecto que el estudio Hirsch & Mann realizó para la conocida marca de chocolatinas Cadbury, en el que se confeccionó una gabardina, a medio camino entre el arte, el marketing y la tecnología, capaz de reaccionar cuando quien la llevaba puesta probaba el chocolate. Con varios sensores que detectaban movimientos como la extracción del dulce del bolsillo, la flexión del codo para acercarlo a la boca y la aproximación del inconfundible envoltorio violeta al cuello de la prenda, la gabardina incorporaba música, luces que se apagaban y encendían al compás de los latidos del corazón, una falda móvil cuyo bajo se levantaba y solapas capaces de desplegarse y moverse como un acordeón o la cola de un pavo real.
Corchero explica, además, que durante esta estancia en Madrid ha estrenado Ecolorium, su colección de joyería fotosensible, compuesta de joyas que cambian de color con el sol y que, pese a no funcionar como una medida exacta del nivel de radiación que recibimos, sí funcionan como un mecanismo creador de conciencia, capaz de desencadenar, por ejemplo, “una conversación con tus amigos sobre el tema”.
Otra de las creaciones de Elena Corchero, una línea de peluches electrónicos unisex, acaba de ser galardonada en Reino Unido con el Premio del Príncipe Andrew. Los niños deben entrelazar entre sí las distintas piezas que conforman el muñeco para que se complete el circuito electrónico y éste comience a enviar distintos estímulos como que, por ejemplo, se le iluminen los ojos.
Fotos: Elenacorchero.com / http://ift.tt/1e1LDyV
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