miércoles, 23 de julio de 2014

El calamar cambiará la relación del cuerpo humano y los implantes

Hasta el más inocuo de los implantes puede tener problemas para ser aceptado por el cuerpo humano. Quizá sea el motivo por el que los cyborgs aún no sean una realidad, por más que lo intentamos. Pues bien, el secreto de la aceptación de componentes electrónicos por parte de tejidos vivos podría residir en los calamares, en concreto en los calamares lápiz, en concreto en una proteína que poseen llamada reflectina.

Como explica PopSci, uno de los principales obstáculos que tienen los implantes electrónicos es que envían la información a través de electrones cargados negativamente, mientras que el tejido vivo se “comunica” a través del movimiento de partículas cargadas positivamente. Es en este terreno en el que la reflectina puede marcar la diferencia.

Se trata de una proteína conductora de protones y sería el enlace de comunicaciones perfecto entre el cuerpo humanos y los implantes. Como señalan en el artículo de Genetic Engineering and Biotechnology News, los investigadores de la Universidad de California, Irvine, produjeron la proteína en una bacteria común y crearon con ella una fina película de sustrato de silicio. Gracias a electrodos metálicos conectado a esa película, registraron la relación entre la corriente y el voltaje en diferentes condiciones. La reflectina, que en el calamar se encarga de cambiar su color reflejando la luz, se demostró perfecta para transportar protones.

Una versátil proteína

Tan capaz como el material artificial más pintado. Tiene, además, otras ventajas asociadas a su naturaleza biológica. Para empezar, las posibilidades de que el cuerpo humano rechace un implante que utiliza la reflectina como enlace son mucho menores que con la tecnología actual.

Lo que es más, se trata de una proteína a la que es posible incorporar otras instrucciones. Así, podría autodestruirse (biodegradarse en este caso) una vez el implante haya acabado su trabajo, de modo que los pacientes se ahorrarían una segunda cirugía.

El profesor Alon Gorodetsky, que ha dirigido el estudio, señala que planean “utilizar la reflectina como una plantilla para el desarrollo de materiales conductores de iones y protones mejorados. Esperamos evolucionar esta proteína para una funcionalidad óptima en dispositivos específicos, como los transistores utilizados como interfaz para las neuronas, del mismo modo en que las proteínas evolucionan para tareas específicas en la naturaleza”.






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