Llevamos menos de medio siglo desarrollando microprocesadores y parece que casi no haya progreso tecnológico previo a esta época que fuera digno a recordarse por haber generado un cambio de proporciones similares. Pero si nos paramos a pensar, los inventos y decisiones del pasado han sido las que han impulsado la evolución que caracteriza la sociedad actual. Por otro lado las innovaciones tecnológicas nos facilitan la vida pero también imponen un ritmo acelerado. Los chips son omnipresentes, la cafetera tiene uno, también el cepillo de dientes, el coche, la tele y prácticamente todo lo que nos rodea, incluido el miniordenador que llevamos siempre con nosotros: el smartphone.
¿En qué punto estamos?
Vivimos un boom tecnológico continuo que se está convirtiendo en el ritmo estándar del futuro. Avances y desarrollos que antes habrían ocupado las portadas mundiales pasan desapercibidos ante un continuo asalto hacia una casi obligación de mantenerse al día. Pero ¿qué significa “al día”? Empezamos necesitando un teléfono, después llegó la tele, el ordenador, el Internet y más recientemente el smartphone. Todas estas tecnologías han creado para el consumidor final una necesidad de pertenencia al grupo para no quedarse desfasado y como pasa con todos los productos que venden, las empresas han visto las nuevas oportunidades de negocio generadas por el progreso tecnológico: la llegada del coche creó fabricantes, la tele creó productoras, el teléfono creó operadoras. Todas ellas gigantescas industrias en las cuales las pequeñas empresas encontraron un deseo prohibitivo y una barrera de costes desorbitados.
El mayor problema de los pequeños comercios y plataformas ha sido siempre la visibilidad, la necesidad de llegar al consumidor final; por muy bueno que sea un producto, si no llega al usuario adecuado, está destinado al fracaso. La era digital sin embargo le proporciona los recursos necesarios para destacar entre su competencia.
Supervivencia del más actualizado
No hay una supervivencia del más fuerte, el poder se traslada a las manos del más rápido y abierto al uso de la tecnología. Hace 15 años el pequeño emprendedor encontró la solución en la web, era la manera más fácil de dar a conocer una idea y de conseguir una visibilidad prácticamente inmediata. Además permitió nuevos modelos de negocio como el comercio de productos nicho a nivel mundial, herramientas de comunicación o productos que estaban migrando ya a la era digital como fotos, música o cine. La proliferación de este tipo de negocios habría sido imposible a gran escala en un mundo offline.
Sin embargo no todos consiguieron lo que buscaban. El momento en el que se lanzaron pero sobre todo la idea y la calidad de su puesta en práctica marcaron el éxito, la gran mayoría de las webs creadas se encuentran perdidas en la cara oculta de Internet.
Es entonces fácil de ver por qué estamos bombardeados con aplicaciones cada día, es simplemente el paso natural de las cosas. La web ayudó a globalizar el negocio, abarató los costes de lanzamiento y permitió puestas en marcha con equipos muy pequeños. El mundo móvil sin embargo nos llevó al extremo. Hemos pasado de consumir productos digitales al estar delante de un ordenador a poder hacerlo desde cualquier rincón del mundo y a cualquier hora del día desde nuestro smartphone.
Pero si el lanzamiento es crucial en la adopción de nuevas tecnologías y el momento “hay una app para todo” pasó hace varios cientos de miles de aplicaciones (ambas tiendas de aplicaciones de las plataformas líderes en el mercado, Android e iOS han pasado con creces el millón de artículos) ¿por qué seguimos publicando apps? Aun habiendo millones de potenciales clientes, la gran mayoría no llegan a las mil descargas, ni siquiera las gratuitas.
Sin embargo no tiene pinta de acabar pronto, el sector móvil moderno tiene menos de siete años pero su rápido crecimiento es fruto de la evolución natural de la era digital. Aunque las apps que más ingresos generan normalmente siguen necesitando equipos de desarrollo, el sector ha permitido la creación de micronegocios donde el emprendedor ocupa todos los cargos y es capaz de estar en todas las etapas sólo. Estas incluyen la idea, ejecución, lanzamiento y la monetización del producto y aunque no es fácil, el resultado es muy gratificante. El microemprendedor es ahora lo que los negocios web fueron para las grandes empresas.
De momento hay barra libre de apps para rato, todos hemos tenido la idea de la app definitiva, es la nueva fiebre del oro en un sector que genera millonarios instantáneos pero que también provoca desilusiones en masa. ¿Cuál será el próximo paso en la era digital?
from TICbeat http://ift.tt/1BsLxPN