viernes, 29 de agosto de 2014

Una supernanopartícula para acabar con el cáncer

La ciencia ficción imaginó en los años 60 cómo un submarino, con una pequeña tripulación, era reducido a un tamaño nano para salvar la vida de un hombre en el clásico Viaje alucinante. Richard Fleischer y compañía no estaban tan desencaminados; quizá no podamos reducir un submarino a la mínima expresión, pero una nueva nanopartícula multifacética podrá pronto hacer ese mismo trabajo en lo que podría marcar un antes y un después en la lucha contra el cáncer.

Las vías para el tratamiento del cáncer a partir de nanopartículas son principalmente dos. Por un lado, es preciso ubicar e identificar el tumor cancerígeno y, por otro, hay que enviar los superagentes diminutos que hagan el trabajo sucio combatiendo activamente los tumores cancerígenos.

Hasta ahora, los nanoesfuerzos eran excesivamente caros y complicados. Un tipo de nanopartículas, las inorgánicas, se utilizan para ubicar el cáncer con contrastes y resonancias magnéticas. Superada esa fase, un segundo tipo, orgánicas y “suaves”, como las denomina Phys.org, se envían hasta el tumor dopadas hasta las cejas con sustancias que atacan el cáncer y que House disfrutaría pronunciando del derecho y del revés: Genexol-PM, Doxil o Abraxane.

La nanoporfirina al ataque

Todo esto nos lleva al reciente desarrollo del Davis Cancer Center de la Universidad de California. Los investigadores del centro han creado una súper nanopartícula que podría acabar con el cáncer al estilo que Warren Ellis imaginó en Transmetropolitan. Lleva el nombre de nanoporfirina y es capaz de hacer todo ella solita: por un lado ubicar el tumor cancerígeno y por otro acabar con él.

La nanoporfirina tiene un tamaño de entre 20 y 30 nanómetros y consiste en una micela auto ensamblable compuesta por moléculas de dendrímero anfifílico que contiene cuatro porfirinas. Confieso que estos términos me desconciertan probablemente más que a ti. Pero el hecho es que a nivel celular la nanoporfirina ayuda en el diagnóstico del cáncer mejorando el contraste del tejido tumoroso en las resonancias magnéticas.

Y, a nivel “micelar”, puede acarrear las drogas necesarias para acabar con ese tejido. Puede, por ejemplo, generar el calor suficiente para quemarlo. Sólo ataca, además, el tejido cancerígeno. Un todo en uno que convierte la nanoporfirina en una súper partícula anticáncer. En resumen, se trata de un método mucho más eficaz y mucho menos invasivo que los tratamientos actuales en la lucha contra el cáncer.

Si quieres conocer mejor las maravillas de esta nanopartícula, puedes leer el artículo publicado en la revista Nature, aunque tienes que ser suscriptor de la revista para pasar más allá del resumen.






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