lunes, 1 de septiembre de 2014

Algunas cosas que los Google Cars todavía no pueden hacer

Ya han conducido más de un millón de kilómetros en Estados Unidos, pero el camino que tienen por delante los Google Cars es, sin duda, largo y difícil. A los coches autónomos del gigante de Internet todavía les quedan pruebas y tiempo por delante; sin embargo, existe cierta tendencia a interpretar que estos vehículos están ya preparados para ser conducidos.

La publicación Technology Review ha emitido un informe, con declaraciones de distintos expertos en conducción autónoma –incluido el director del equipo de Google Car-, que desmiente esa idea y enumera algunas de las dificultades que estos vehículos sin piloto aún deben superar para empezar a rodar por las calles estadounidenses.

La principal de ellas tiene que ver con la dependencia que la conducción del Google Car mantiene respecto a los mapas. Pese a la capacidad de sus sensores para detectar obstáculos y objetos cercanos en movimiento, los Google Car todavía necesitan que cada ruta sea preparada previamente de manera exhaustiva, combinando las habilidades tanto de ordenadores como humanos.

Obstáculos no señalizados

Al profesor Alberto Broggi, de la Universidad de Parma, que investiga en este campo, le preocupa si estos coches serán capaces de reaccionar con la inmediatez necesaria en caso de que una ruta presente cambios respecto al mapa que consultan.

Esos cambios pueden ser muchos, y de diversa naturaleza. Si bien el Google Car está preparado para detectar nuevas señales o semáforos que todavía no se incluyen en su mapa de navegación y enviar una alerta de las mismas a su base de datos para actualizarla, quizá no lo esté para detenerse, por ejemplo, en un cruce de caminos no señalizado.

El director de Google Car, Chris Urmson, cita otros de los aspectos que su equipo se centra ahora en mejorar. Por ejemplo, en evitar que la luz del sol ciegue los detectores d que son capaces de interpretar de qué color se ilumina un semáforo. O en mejorar la conducción en condiciones climatológicas como la nieve y la lluvia muy intensa, o en enseñar a estos coches a aparcar en garajes de varios niveles o al aire libre.

Urmson reconoce, además, que, principalmente, el Google Car solo detecta a los peatones que se encuentran en movimiento, y que podría resultarle difícil percibir la presencia de un policía parado en la cuneta deteniendo el tráfico, por ejemplo. La capacidad del vehículo tampoco llega al extremo suficiente como para distinguir si un obstáculo es una bola de papel arrugado o una roca, y su reacción por defecto será la de rodearlo o esquivarlo. Los Google Cars tampoco cuentan todavía con la capacidad de detectar baches y socavones, a no ser que estén señalizados con conos.

Un investigador de robótica de Carnegie Mellon, Michael Wagner, advierte de que Google debe mostrarse abierta y receptiva a la hora de reconocer que es lo que sus coches pueden y no pueden hacer. “En tecnologías tan recientes”, explica, “está más que justificado que surjan todo el tiempo este tipo de preguntas”.

Foto cc: kaysha

 

 

 






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