miércoles, 29 de octubre de 2014

Jeff Jarvis: “El canon AEDE es un acto cínico de instituciones moribundas que no saben qué hacer”

El polémico periodista y bloguero Jeff Jarvis está estos días en Madrid con motivo de la celebración del Big Tent 2014 de Google, que en esta edición aborda el futuro del periodismo y los medios digitales. TICbeat ha tenido oportunidad de sentarse con este profesor de Periodismo en la City University of New York y charlar de los dos asuntos con los que más ampollas ha levantado con sus libros y entradas en blogs: los medios de comunicación y la privacidad.

Con fama de no tener pelos en la lengua, lo primero que hace Jarvis, sin ni siquiera esperar a escuchar la primera pregunta, es aclarar que “no soy empleado de Google, ni trabajo para ellos ni me pagan por hablar de la compañía”.

 

TICbeat.- Por ir al grano, ¿cuál es el futuro del periodismo?

Jeff Jarvis.- No sé cuál es el futuro del periodismo; probablemente es muy pronto para imaginarlo a partir de lo que tenemos aquí ahora. Lo que sí sabemos es que tenemos que experimentar y probar nuevas tecnologías. Lo que sabemos es que no podemos coger los antiguos modelos de negocio y, sencillamente, trasplantarlos al mundo digital. Desde los tiempos de Gutenberg hemos creado el concepto de medios de comunicación de masas, en el que todo el mundo es igual. Hablar de digital es hacerlo de habilidades individuales que requieren de modelos diferentes. Es preciso dar a cada uno los servicios que considera más relevantes para él, no para las masas, y crear valor alrededor.

 

TB.- A veces uno tiene la sensación de que es muy crítico con el modelo actual de periodismo pero ¿aporta alguna solución concreta al respecto?

JJ.- Los periodistas ya no estamos en el negocio del contenido, es sólo una herramienta más. Estamos en el negocio de los servicios que pueden mejorar la vida de las personas, porque tiene más información, más poder. Los artículos y reportajes son una herramienta, siempre lo han sido, pero hay otras, como datos, plataformas, etc. otro tipo de cosas que nos pueden ayudar.

El problema es tomar todos los modelos de negocio de los medios tradicionales y traerlos al mundo digital. Por ejemplo, Financial Times ha comenzado a cobrar, en lugar de por las impresiones, por los minutos de atención, vendiendo 10.000 minutos de atención sobre algo en cuestión. Eso tiene más valor que el mero número de impresiones. Hay otras fuentes de ingresos, desde los datos, a la formación, a las suscripciones… fuentes que hay que explorar.

 

Los periodistas ya no estamos en el negocio del contenido, es sólo una herramienta más; estamos en el negocio de los servicios que pueden mejorar la vida de las personas”

 

TB.- Eso aplica a las empresas periodísticas, pero en lo que se refiere al día a día del periodista, ¿cuál es su rol en este nuevo modelo de negocio, informar, formar, simplemente generar contenido…?

JJ.- Internet ha propiciado que cualquier pueda compartir información en directo. En ese sentido, ya no nos necesitan más como reporteros; pero tenemos que verlo como una oportunidad para nosotros porque es muy costoso categorizar toda esa información, compartirla… y la gente lo hace por nosotros. ¿Dónde es valioso el periodista? Contrastando esa información, dándole valor real y evitando la propagación de rumores. Hoy es más importante que nunca contrastar las informaciones, diría que más incluso que hacer de reportero.

 

TB.- Los medios de comunicación tradicionales pecaron de torpeza en sus inicios con las redes sociales. La BBC llegó a pedir a sus periodistas que no tuitearan antes de haber publicado la noticia. En eso, ¿al menos se ha avanzado?

JJ.- El primer uso que se hizo de Twitter fue de promoción de las noticias, buscar atraer más tráfico a la web, algo que está bien. El peligro en ese planteamiento se da cuando no se escucha al público, porque en Twitter puedes encontrar fuentes, recursos, testigos… para eso es una herramienta muy útil para los periodistas, que pueden interactuar con el público. Es una prueba más de cómo han cambiado las relaciones. En enero, por ejemplo, arrancamos un nuevo grado en mi facultad que se llama Periodismo Social, porque la primera habilidad de un periodista no debe ser escribir, sino escuchar.

 

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TB.- ¿Está al tanto del llamado ‘Canon AEDE’ en España? ¿Cree que los editores se están suicidando con él?

JJ.- No sólo están cometiendo suicidio, sino que están matando Internet. Es un acto cínico de instituciones moribundas que no saben qué hacer, movidas por intereses políticos. Controlar Internet, venga de donde venga, es extremadamente peligroso. Ya hemos visto lo mismo en Alemania, que se ha convertido en un entorno hostil para la tecnología y para la inversión en innovación. Allí los editores acusaban a Google de estar robando sus artículos y ésta le respondía que lo que hacía era compartir su audiencia. Yo advertiría a España que no siga los pasos de Alemania, porque sería un desastre de trágicas proporciones en un país que tiene tanto talento tecnológico como aquí.

 

El Gobierno se presenta a sí mismo como el mayor defensor de la privacidad cuando, en realidad, es su mayor enemigo”

 

TB.- Otro de sus temas más controvertidos es la privacidad. ¿Qué opina del caso Snowden?

JJ.- El Gobierno se presenta a sí mismo como el mayor defensor de la privacidad cuando, en realidad, es su mayor enemigo porque se encuentra en mejor posición que nadie para obtener toda la información que desee. Definitivamente, el poder se corrompe, pero también los secretos. Google sabe dónde vivo y dónde trabajo, pero lo sabe porque cuando pregunto por el tiempo, lo hago desde mi casa o, si consulto el tráfico, lo hago desde mi oficina. Puedo elegir no facilitarle esa información, pero entones no obtengo el servicio; es una transacción.

En el caso de los medios, nosotros instalamos cookies que ayudan a realizar un seguimiento para nuestros anunciantes y que no siempre son del todo transparentes. Este es, en parte, el motivo de la mala fama de las cookies, que aunque no son malas, son vistas así por la gente. La transparencia cambia eso, dando la oportunidad de que los usuarios vean sus datos, los corrijan, los mejoren…  Especialmente en el mundo de los medios, todavía hay mucho margen de mejora en ese campo.

En todo caso, hay que ser conscientes de que lo yo llamo en mis libros “la privacidad ética”, esto es, que si yo te cuento un secreto, pierdo la responsabilidad de mantenerlo fuera del dominio público, ahora es tuya. En ese sentido, Internet es un sitio maravilloso para compartir, pero muy jodido para mantener un secreto. Por eso, hablar de privacidad en una red social como Facebook es una discusión muy pobre, porque estamos compartiendo información con cientos de personas y perdemos el control sobre ello.

 

Internet es un sitio maravilloso para compartir, pero muy jodido para mantener un secreto”

 

TB.- Bueno, es cierto que hay que saber cuál, cómo y cuánta información compartir, pero otra cosa muy distinta es esa transacción de información por servicios de la que usted hablaba antes. ¿No cree que en ocasiones el usuario tiene que dar demasiada información para el servicio que realmente obtiene a cambio?

JJ.- Sí, tiene que haber un equilibrio, es cierto. Cuando el New York Times comenzó con su registro de usuario, tenías que rellenar 29 campos, pero la verdad es que sólo utilizan dos y, además, nosotros siempre mentimos en el resto. Puede que pensemos que no es necesario dar nuestra dirección, pero si lo hacemos el medio podrá darte información más valiosa de tu ciudad.

 

TB.- Pero no es necesario dar la dirección exacta, bastaría con decir el distrito o la zona…

JJ.- Bueno, yo padecí el huracán Sandy, afectó de lleno a mi vecindario. Entonces teníamos un servicio llamado Next Door que verificaba tu nombre y tu dirección, de manera que sabías si con el que estabas hablando era realmente tu vecino o no y le podías pedir que chequeara tu casa si no estabas en la ciudad. En ese caso sí necesitas dar tu dirección exacta para obtener valor. Hay muchos casos parecidos. No tienes por qué dar la información, pero si te quieres beneficiar de servicios de valor, tendrás que hacerlo. Vivimos en una sociedad que es tan absolutamente paranoica acerca de todo y de todos, que resulta muy triste vivir así. Me gusta pensar que podemos vivir compartiendo más de lo que hemos compartido en el pasado.

 

TB.- ¿Cree que las compañías que tratan con nuestros datos siempre se ganan nuestra confianza? No ser transparente con qué hace con nuestros datos, cuánto tiempo los retiene o cómo podemos corregirlos, le costó a Google en España una multa de la AEPD de casi un millón de euros.

JJ.- Creo que es necesario invertir en desarrollar mejores prácticas en esta materia. Pero ya hay buenas experiencias, por ejemplo Amazon. El otro día le compré a mi hija un disco de Taylor Swift. ¿Qué pasó al día siguiente? Que Amazon creía que yo era una adolescente y no hacía más que sugerirme discos de Justin Bieber y mierdas de esas. Como hay transparencia en el proceso, Amazon me dice que lo hace porque yo compré el día anterior el disco de Taylor Swift, pero entonces yo le digo que era un regalo y lo que hace Amazon es obtener todavía más información de mí, mejorando el servicio que me da con mejores recomendaciones en el futuro.

 

TB.- Pero volviendo a Snowden, ¿no piensa que la confianza en la privacidad que garantizan las compañías ha quedado tocada?

JJ.- Snowden no era un tema de compañías, sino de Gobiernos, y punto.

 

Respecto al caso Snowden, no he visto todavía ninguna prueba de colaboración con la NSA por parte de compañías como Twitter, Facebook o Google”

 

TB.- Sí, pero de Gobiernos que obtenían información de ciudadanos porque había compañías como Microsoft, Facebook, Google, etc. que colaboraban con la NSA…

JJ.- No, no es así. Lo que sabemos es que Gobiernos como el de EEUU o China usaron su poder legal para ir a las compañías tecnológicas y obligarles a darles la información que necesitaban y, además, prohibirles contárselo a nadie. Eso es terrible, es una ley terrible. No he visto todavía ninguna prueba de colaboración con la NSA por parte de compañías como Twitter, Facebook o Google. En cambio, hay otro tipo de compañías tecnológicas que no fueron obligadas y sí colaboraron, por ejemplo, aquellas con las que pinchaban las comunicaciones, esas sí que colaboraron.

 

TB.- Bueno, pero ya que hablamos de compartir información, Al Jazeera publicó en su día varias series de correos electrónicos entre la NSA y Eric Schmidt, entonces presidente de Google, y el tono era amigable, no parecía estar obligado a nada…

JJ.- La realidad es que Google descubrió que sus propias líneas habían sido intervenidas. Las revelaciones de Snowden hablaban de cómo estaban pinchadas de un servidor de Google a otro servidor de Google. ¿Por qué crees que ahora Google encripta todas sus comunicaciones? Compañías como Google fueron forzadas a facilitar esa información y a no desvelar que lo hacían.

A mí me preocupa la seguridad y no estoy en contra de la vigilancia, necesitamos vigilancia, pero tiene que estar bien regulada y que la prensa y los políticos velen porque no se cometan atropellos. No podemos entrar en la discusión de pensar que la tecnología es mala per se.

 

TB.- Ha mencionado su preocupación por la seguridad, pero el año pasado tachó a la BBC de “periodismo irresponsable” cuando informó sobre la brecha de seguridad de Facebook. ¿Por qué lo hizo?

JJ.- Este es el problema: me frustran los periodistas que lo único que hacen es hablar del lado negativo, de lo que está mal. ¡Estamos viviendo una puñetera era prodigiosa y están sucediendo cosas increíbles! Yo me fijo más esa parte. Ni todo es bueno ni todo es malo, pero si sólo nos fijamos en lo que no funciona, nos perderemos muchas oportunidades.

 

TB.- No creo que la gente crea que la tecnología es el problema, pero le sigue preocupando que compañías que manejan sus datos, como pasó con eBay, oculten durante dos meses que los datos personales de 149 millones de usuarios fueron objeto de una brecha de seguridad.

JJ.- Absolutamente de acuerdo y de hecho la legislación en EEUU está cambiando para que las compañías estén obligadas a comunicar más rápidamente estas brechas de seguridad. Sabemos que siempre se van a producir brechas de seguridad. Eso es así. Sabemos que tu número de la tarjeta de crédito siempre va a correr cierto riesgo. Siempre. ¿Qué podemos hacer? Establecer sistemas alternativos de validación, desde los correos electrónicos de verificación de Google al lector de huella dactilar de iPhone… Tenemos que ir encontrando mejor procesos para securizar las transacciones. Hay una oportunidad de negocio ahí para crear los nuevos estándares de seguridad para las transacciones.

 

TB.- Para finalizar, tras legislarse en la Unión Europea, ¿ha cambiado su opinión respecto al derecho al olvido en Internet?

JJ.- No, siempre hay derecho a recordar. En Europa y en otras partes del mundo hay mucha tendencia a pensar que puedes reescribir la Historia, controlar el conocimiento. Creo que el derecho al olvido es algo erróneo y, con medidas así, Europa da la sensación de ser un sitio hostil para la tecnología y la innovación.

 

 






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