La compañía Uber, responsable de la controvertida aplicación para compartir transporte privado, ha tenido que pedir disculpas por la brusca subida de sus tarifas en Sidney en las horas en las que se produjo el secuestro de un café, en el que murieron tres personas.
Ante las advertencias de las autoridades de que los ciudadanos abandonaran la zona colindante al suceso, algunas empresas de la ciudad australiana con sedes cerca del café secuestrado recomendaron a sus trabajadores que se marcharan de allí.
Los precios de los viajes con Uber, que están regulados, según la compañía, por un algoritmo, al aeropuerto y otras áreas periféricas de la ciudad se elevaron entonces por las nubes. Según recoge la web TechCrunch, las tarifas de un viaje a las afueras alcanzaron más de 100 dólares australianos (unos 66 euros). En el caso de una carrera hasta el aeropuerto se elevaron a 184 dólares, unos 122 euros, un precio que es casi 60 euros mayor que el habitual en este servicio.
El mismo 15 de diciembre, cuando tuvo lugar el suceso, Uber publicó un tuit en el que se excusó por la subida de los precios de su servicio en Sidney, pero justificó ésta alegando que se trataba de un incentivo para que más conductores transportaran a más personas.
No fue suficiente. El comunicado de disculpas, firmado ayer, miércoles, por el responsable de Uber en Australia, David Rohrsheim, dice que la prioridad de la compañía era la de “ayudar al mayor número posible de usuarios a abandonar de forma segura” el centro financiero de la ciudad, pero que sus responsables no supieron comunicar bien sus decisiones.
Rohrsheim ha insistido en los mismos argumentos del primer tuit, señalando que Uber no detuvo la subida de las tarifas de inmediato porque les parecía que “era una forma de empujar a los conductores a ir a la ciudad”. “La subida de los precios es algorítmica, y se produce cuando la demanda de viajes supera a la oferta de coches disponible. Esto incentiva a más conductores a desplazarse a la zona en la que los usuarios demandan viajes”, explica.
Ésta fue, sin embargo, “una mala decisión”, confiesa ahora. “Resulta desafortunado que se perciba que Uber hizo algo que va en contra de los intereses del público, porque no fue nuestra intención. Aprenderemos de esta lección”, ha dicho.
La compañía ha anunciado que trabajará para implantar una política en todos los países en los que opera que asegure que no se vuelva a producir una subida brusca de tarifas en otra situación de emergencia.
De hecho, el pasado mes de julio se supo que la compañía había alcanzado un acuerdo con el Fiscal General de Nueva York según el cual los responsables de la app se comprometieron a intervenir para regular las tarifas cuando se disparen por una situación de emergencia, pero, a juzgar por lo sucedido en Australia, no parece que la normativa funcionara a nivel internacional.
En 1979 la ciudad de Nueva York aprobó una ley que prohíbe, precisamente, la especulación con los precios en este tipo de circunstancias. Hace dos años, cuando el Huracán Sandy dejó sin transporte a miles de personas en Nueva York y Nueva Jersey muchas voces se alzaron contra Uber, a la que acusaron de haber especulado con los precios.
Foto cc: Steve Arnold