domingo, 3 de noviembre de 2013

El lujo “colaborativo”

lujo

Si bien la economía colaborativa se ha convertido, además de en una opción para el ahorro coyuntural, en una filosofía de vida que apuesta por compartir gastos y beneficios, no siempre tiene que ver con ceder nuestro sofá a un extraño o compartir coche para ir al trabajo. En ocasiones, cada vez más, tiene una faceta mucho más exclusiva y glamourosa.

La industria del lujo ha crecido a pesar de la crisis. Ése es uno de los titulares más repetidos de un tiempo a esta parte. Sin embargo, sigue vigente una máxima, según la cual, “los dos días más felices en la vida del dueño de un barco son aquel en el que se lo compra y aquel en el que lo vende”. Es decir, que el lujo es tentador y deseado, pero poseerlo conlleva una serie de gastos y molestias añadidos que a veces no compensan ni a los más adinerados.

Así, al igual que la economía colaborativa nos ha hecho descubrir que, si solo le íbamos a dar utilidad durante trece minutos en nuestra vida, no todos necesitábamos un taladro, ahora empieza a demostrar que tampoco es necesario ser propietario de grandes lujos para tener acceso a ellos. Partir de esta base puede generar un nuevo mercado lleno de oportunidades la mar de golosas, como dar salida a un inventario de bienes difíciles de vender, convertir estos bienes en servicios que se ofrecen solo por un tiempo determinado o aumentar el número de veces que se puede vender un mismo producto de una a diez.

Como señala el analista Jeremiah Owyang, auspiciadas por ese mantra, prosperan una serie de iniciativas que, por medio de suscripciones, permiten a sus usuarios acceder de manera temporal a productos y servicios exclusivos cuyo precio de mercado supera con creces la cuota que se paga por ellos. Surfair, por ejemplo, es una aerolínea que opera 16 vuelos en avionetas y aviones privados cada día en California, ideal para los que busquen su propio jet pero no dispongan de un hangar para guardarlo. En la misma línea, Boatbound alquila barcos, prestando un servicio tanto a quienes quieren pasar unas vacaciones en yate como a quienes tienen uno y quieren rentabilizarlo.

Onefinestay y Roomorama son plataformas de alquiler de apartamentos exclusivos en el centro de grandes capitales para períodos cortos de tiempo. En general, son pisos habitados, cuyos dueños arrendan en el momento en el que van a pasar un tiempo fuera de la ciudad. Para otros turistas con ansias de experiencias únicas, Sherpandipity pone en contacto a los visitantes de fuera con lugareños dispuestos a acompañarles a experiencias únicas y exclusivas, como catas de jamón serrano o sesiones de yoga en el campo.

Por otro lado, Bag borrow or steal, Rent the runway y La más mona alquilan vestidos y complementos de firmas exclusivas por precios que van desde los 50 euros al día o los 125 dólares al mes. Es una opción para quienes se enfrenten a un evento de etiqueta o quienes quieran cambiar de bolso cada mes y, además, le exijan a este calidad de lujo. El precio de venta de los artículos arrendados parte normalmente de un mínimo de 1.000 euros.

Otras alternativas aún más originales son las que ofrecen TurningArt, PopExpert o FancyHands. El primero de ellos permite que, desde diez euros al mes, cualquiera pueda incorporar, siempre que quiera nuevas obras de arte en su casa, impresas y fabricadas, además, con materiales reciclados. Su buscador permite encontrar un cuadro para cada ocasión o evento. PopExpert, por su parte, nos pone en contacto, a través de la red y vía videoconferencia, con coachers y expertos que puedan asesorarnos en distintos aspectos de nuestra vida. Y FancyHands nos ayuda a encontrar a un ayudante a tiempo parcial: alguien que pueda echarnos una mano en aquellas tareas sencillas pero engorrosas, como recoger paquetes, hacer trámites burocráticos o transportar a un cliente.

Foto cc: epSos.de










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