domingo, 26 de enero de 2014

Trucos para escribir en internet de manera profesional

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Si estás leyendo esto, es que sabes escribir. Eso para empezar. Es la redacción profesional para internet -algo más que simplemente enlazar palabras en el adecuado orden sintáctico- la que requiere de un conocimiento técnico más complejo. Sin embargo, con un poco de práctica y atendiendo a algunos consejos, se pueden conseguir resultados muy agradables en nuestros textos.

El falso academicismo

Escribir bien no consiste en comunicarse como si acabásemos de salir de una obra de teatro de Lope de Vega o Shakespeare. Probemos a expresarnos sobre el teclado con las mismos términos que emplearíamos en el lenguaje de conversación y huyamos de las palabras almibaradas, que pueden resultar pedantes y, en muchos casos, incomprensibles para quien nos lee. Como todo en esta vida, habrá que tomar estos consejos en su justa medida: tampoco se trata de simplificar el lenguaje y escribir como hablaban los indios en las películas del viejo Oeste; la variedad léxica enriquece la comunicación. Pero no tratemos de aparentar lo que no somos utilizando falsos academicismos. ¿Es necesario escribir “un árbol de otra índole” en vez de “otro tipo de árbol”, o “un ágape de postín” para hablar de “una cena riquísima”? ¿Nos hace eso mejores escritores? Obviamente no.

Evita los clichés

Un cliché es cualquier idea o expresión que ha perdido parte de su significado de tanto que se utiliza. La cuestión es que los clichés parecen expresar exactamente lo que nosotros buscamos comunicar, así que ¿para qué pararse a pensar otros modos de transmitir una misma idea? Pues porque si nos expresamos con clichés estaremos indicando falta de creatividad, de innovación o de sinceridad por nuestra parte, y contribuyendo notablemente al empobrecimiento de nuestro lenguaje y el de nuestros lectores. Alto como la luna, a rebosar de gente, calma antes de la tormenta, merecido descanso, marco incomparable… la lista es interminable.

El lector es tu amigo

No quiere decir que abusemos de la confianza o perdamos el respeto, pero trata de tú a tú a tus lectores. Al principio cuesta un poco, sobre todo a aquellos que vienen de la escritura académica e incluso a no pocos periodistas profesionales reconvertidos en redactores digitales, pero pronto verás que se puede tratar de tú a un lector y no perder credibilidad ni seriedad en el intento. A cambio, ganas familiaridad y haces más cómoda la lectura.

En los detalles está la sal de la historia

Es en las anécdotas, los detalles y la intimidad con el lector donde encontrarás la esencia que le falta a tus textos. Si escribimos los posts como si estuviésemos preparando una exposición para el colegio o un bando municipal, al lector le llegará un mensaje impersonal que no despierta en él ni la más mínima emoción. Ponerle nombre a los casos humaniza la información y hace que un lector empatice con lo que contamos. Pero cuidado con inventarse los casos: nada de Robertos y Marías sacados de la manga y empleados como recurso literario: trata de que tus casos sean reales y verás cómo el lector aprecia la diferencia. La realidad siempre supera a la ficción.

Los adjetivos, falsos amigos

Un redactor inseguro o inexperto tenderá a escribir empleando una buena cantidad de adjetivos en su redacción. En principio puede parecer que el adjetivo enriquece el texto, y no deja de ser así, pero el abuso puede convertirlos en tropezones para el lector, dado que dispersan la atención con información que no siempre es relevante. El adjetivo es además la antesala del pleonasmo: de “la blanca nieve” a “la nieve” a secas solo media un adjetivo del todo innecesario, salvo que exista la nieve de colores. Ya lo decía Mark Twain: “Cuando veas un adjetivo… acaba con él”. Eso no quiere decir que no empleemos ninguno, sino que si los utilizamos con sabiduría, aquellos que finalmente figuren en el texto darán una fuerza tremenda a nuestra oraciones. Si están por todas partes, pierden su sentido.

“El camino del infierno está pavimentado de adverbios”

Y seguimos con las citas de famosos literatos. La frase es de Stephen King, pero nos viene perfecta para recomendar cautela en el uso de los adverbios. Generalmente, un adverbio complementa al verbo porque éste lo necesita. De no ser así, estaremos dando a entender que nuestros verbos, que deberían ser el elemento de mayor intensidad en la oración, necesitan un apuntalamiento porque son insuficientes para expresar una idea con amplitud.

¡Los signos de exclamación!

Son relativamente adecuados para conversaciones por Whatsapp o Facebook, preferiblemente utilizando tanto el de cierre como el de apertura y no solo el de cierre como en el sistema anglosajón. Pretendemos que indiquen alegría y vivacidad, pero en realidad significan acción, impacto, efusividad e incluso advertencia, alarma y hasta agresividad.

Utilízalos con moderación, pues pueden convertir tus textos en montañas rusas emocionales. O mejor: ¡no los utilices si no es necesario!

Ahora solo queda practicar, practicar, practicar… y leer mucho. A escribir se aprende escribiendo, sí, pero también leyendo todo lo que caiga en nuestras manos.

Foto cc Matías Ávalos






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