Ha sido una breve declaración de la NASA, siguiendo los rumores lanzados por The Verge, que tuvo acceso a un documento preparatorio de dicha declaración. “NASA suspende la mayor parte de sus compromisos actuales con la Federación Rusa”. La mayor parte son todos los proyectos salvo los que afectan a “la seguridad y la operación continua de la Estación Espacial Internacional”, dependiente los últimos años de la Soyuz rusa.
Definitivamente, la iniciativa de la Administración de Obama cae en el lado de las malas ideas. Es cierto que la Guerra Fría ha sido uno de los principales impulsores de la exploración espacial en el siglo XX. Pero si el ser humano pretende lograr algo significativo ahí fuera, la situación geopolítica de nuestro planeta no debería afectar a los proyectos espaciales, que tienen muchas más posibilidades de éxito con un esfuerzo conjunto. Si no, que le pregunten a Sandra Bullock.
La nota indica que la NASA está centrada (laser focused, no olvidemos que hablamos del espacio) “en un plan para devolver los lanzamientos de naves tripuladas a suelo americano, acabando con nuestra dependencia rusa para llegar al espacio”. Esa dependencia no sólo es la Soyuz. Los nuevos dispositivos de la NASA y de las compañías privadas con las que opera tendrán que prescindir de abundantes componentes rusos para los que hay que encontrar sustituto.
Sabor a Guerra Fría
Si los planes de Estados Unidos para volver a enviar al hombre al espacio estaban previstos para el año que viene, este cambio estratégico retrasa los planes, como mínimo, dos años, hasta 2017. Como mínimo quiere decir que la iniciativa de la Administración Obama tiene que ser respaldada por el Congreso del país, que tendría que aprobar nuevas partidas económicas para poder hacer una realidad los proyectos.
El tono de la nota de la NASA perfectamente podría encajar en el lenguaje de Guerra Fría propio de la década de los 60: “Aquí la opción está entre financiar completamente el plan para devolver a América los vuelos espaciales o continuar enviando millones de dólares a los rusos. Así de simple. La Administración Obama escoge invertir en América”.
Si algo así pilla a un ruso y un americano echándose unas partiditas de ajedrez en los alrededores de Marte, sólo pueden pasar dos cosas: el origen de un mal chiste o el de una buena película como Enemigo mío o Teléfono rojo: ¿volamos hacia Marte?. Más que de suelo americano, ruso o chino, las naves espaciales deberían partir del planeta Tierra para tener más opciones de supervivencia futura. Veremos en qué queda la cosa, pero de momento las comunicaciones entre la NASA y Roscosmos están rotas. Prohibidas.
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