Cuando Brian Chesky y Joe Gebbia diseñaron el primer logo de Airbnb en 2007 lo enfocaron como un puro trámite: algo que su web debía tener mientras luchaban para no ir a la quiebra. Luego, cuando el éxito empezó a llegar, el branding no era una prioridad: “Estábamos creciendo tan rápido que se convirtió en una de esas cosas que siempre dices que resolverás más tarde, pero que terminas no resolviendo nunca porque estás demasiado ocupado”, recuerda Chesky.
Pero, hace un año, varios miembros del equipo de Airbnb se decidieron a convencer a los fundadores de que era el momento de que la compañía acompañara la redefinición de su proyecto, ya en marcha, con una redefinición de la imagen del mismo. Chesky reconoció que era el momento adecuado, porque el ‘azul start-up tecnológica’ estaba transmitiendo una idea errónea de la marca: “Tenemos entre manos algo mucho más grande que la reserva de habitaciones”. Para Chesky, la ‘marca Airbnb’ debía transmitir un concepto: ‘pertenencia’.
Así se llegó al nuevo (y, mientras dure la novedad, también algo polémico) logotipo, conocido como el Bélo: una mezcla de clip, corazón, y de la ‘A’ de Airbnb. “Es un símbolo cualquiera puede crear, si dibuja en un espejo o grabado en la arena”, explica Chesky. “Cada persona puede tener su propia impresión de la marca“. Se busca que la interacción con la marca no finalice en el uso de su app, sino que la gente utilice el nuevo logo en sus puertas y ventanas, como ‘un símbolo universal de compartir’.
Chesky insinúa también que esto podría ir más allá: “Un restaurante podría poner esto en su ventana, indicando a los viajeros que se trata de un lugar Airbnb-friendly [...]. No puedo entrar en detalles, pero vas a ver este diseño siguen haciendo mella en el mundo real”.
Pero antes hemos hablado de “redefinición del proyecto” de Airbnb. ¿De que redefinición hablamos? Mike Curtis, vicepresidente de la compañía, explicaba: “Durante mucho tiempo, Airbnb ha sido un lugar maravilloso si sabías a dónde y cuándo ibas [...]. Pero nos dimos cuenta de que además tenemos todos estos datos que los demás no tienen: los patrones de viaje, los comentarios, las descripciones de los listados… Podemos saber mucho acerca de los barrios infiriéndolo de esos contenidos“. A raíz de ello, Airbnb ha formado un equipo de investigación dedicado a construir un software de procesamiento de lenguaje capaz de minar los datos del portal… y anticipar las tendencias en el mundo de los viajes. Wired lo califica como “construir la agencia de viajes más inteligente de todos los tiempos”.
Ahora, la web presenta una lista de sugerencias de lugares, hogares, y actividades que, en base a nuestro contexto geográfico, podrían interesar a los usuarios. El siguiente paso que les gustaría dar es hacer recomendaciones personalizadas en torno a nuestras interacciones en la web. Una web que, además, va a seguir evolucionando: Katie Dill, nueva jefe de diseño de la compañía, avisa que, cada vez más, los bucles cortos de vídeo (o “fotos vivas”) predominarán sobre las fotos: “Estas imágenes tienen que ser inmersivas y cinematográficas: destacar a gente y sus estilos de vida”.
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