domingo, 6 de julio de 2014

El Internet de las cosas: un futuro con más sensores que personas

La computación embebida producirá la siguiente revolución en la tecnología digital. Esta es la conclusión general a la que ha llegado el Centro de Investigación Pew y la Universidad Elon después del estudio más reciente sobre el futuro del Internet que continúa un tema que hemos tratado en una publicación anterior. Para su elaboración se han invitado a más de 12.000 expertos y otros miembros interesados para compartir sus opiniones sobre cómo evolucionará el Internet de las cosas hasta el 2025.

En una de sus observaciones más importantes el grupo de especialistas compara la red interconectada con la “electricidad” menos visible de nuestra vida cotidiana como consecuencia de la rápida expansión de los wearables y la computación embebida. Se prevé un crecimiento sin precedentes de los dispositivos que monitorizarán nuestra salud, nuestras actividades cotidianas, los que podrán controlar de forma remota las casas en las que vivimos o los que permitan una gestión inteligente de los principales recursos. La explosión de la tecnología que nos espera es también reconocida por Patrick Tucker, el autor de “The naked future: what happens in a world that anticipates your every move?”: “Aquí tenemos los hechos que lo demuestre: en 2008 el número de los dispositivos conectados al internet han superado la población global y han crecido mucho más rápido que nosotros. Había 13.000 millones dispositivos conectados al Internet en 2013, según Cisco, y habrá 50.000 millones en 2020. Estos incluirán teléfonos, chips, sensores, implantes, dispositivos, que ni siquiera hemos concebido hasta el momento.

La gran mayoría de sujetos cuestionados han acordado que las oportunidades resultadas de la expansión de la conectividad influirán a todos y en todos los aspectos. Preguntados si la evolución del Internet de las cosas tendrá efectos benéficos en nuestra vida de día a día el año 2025, 83% de los expertos creen que sí y el resto de 17% creen que no. Al elaborar sus respuestas se han originado varios temas que argumentan sus convicciones.

El Internet de las cosas y la computación wearable progresarán con fuerza hasta 2025

La evolución del Internet de las cosas se producirá con certitud aunque las opiniones se han dividido entre los que piensan que sus efectos serán beneficiosos y los que no. La minoría que ha discrepado se ha limitado a pronosticar una imagen mezclada donde los avances de la tecnología estarán acompañados por complicaciones inevitables como por ejemplo el problema de la privacidad. Los que admiten el lado positivo prevén que cada cosa se convertirá en un nudo dentro de una red cuyo efecto será el de reducir el gasto mientras que los datos precisos ayudarán a eliminar errores. Dentro de diez años el Internet de las cosas estará representado por dispositivos que desaparecerán en lo que llevamos puesto y podrán interconectarse con otros.

Un mundo inundado de datos suscitará preocupaciones sustanciales sobre la privacidad

Hasta el 2025 los especialistas avisan sobre una renuncia de la privacidad. El proceso estará causado por un lado por la cesión de datos de los usuarios y por otro del desarrollo de sistemas de monitorización que pasarán de captar las palabras a los gestos o rasgos psicológicos. Será una experiencia que seguramente muchos organizaciones estarán dispuestas a aprovechar.

Las interfaces de información progresarán

En especial lo harán los comandos táctiles y de voz aunque muy pocos esperan que la conectividad del cerebro a la red sea algo que caracterice la vida diaria de las personas en 2025. Mejores sensores y algoritmos avanzados permitirán a los sistemas informáticos aprender sobre las capacidades y limitaciones de los usuarios. Los sistemas computacionales usarán la información recogida en el análisis de gestos, movimientos o conversaciones para ofrecer a los usuarios la mayor flexibilidad. La proliferación de las interfaces cerebrales será menos previsible para 2025 en gran parte por el carácter invasivo del equipamiento que se necesita instalar para establecer la comunicación con un robot.

“Viviremos en un mundo donde muchas cosas no funcionarán y nadie sabrá solucionarlo”

La complejidad de la red interconectada del Internet de las cosas será la principal causa de la falta de control de su evolución. Las previsiones de los expertos en tecnología anticipan una brecha imposible de superar entre los que se sentirán oprimidos por la excesiva vigilancia típica de una sociedad interconectada y los que usarán estas técnicas en su propio beneficio.

Los no conectados y los que no querrán estar conectados serán los marginados

La expansión del Internet de la cosas creará una separación de los usuarios en función de su disponibilidad y posibilidad de experimentar la tecnología. La sociedad interconectada incrementará el nivel de confort para los países desarrollados mientras que para los países emergentes seguirá siendo un objetivo a largo plazo.

Las respuestas de los individuos al IoT cambiará las relaciones entre las personas y sus grupos

Los contactos mediante la tecnología no serán los mismos de aquí a 2025. La arquitectura del Internet de las cosas abarcará muchas representaciones del mundo real en un red de relaciones interconectadas donde cada cosa podrá desarrollar su inteligencia en una nube privada. Todo se rediseñará en base a las nuevas interacciones con el resto del mundo tecnológico en gran parte influenciadas por los sistemas de protocolos que irán junto con la multitud de dispositivos wearable.

Está claro que las conclusiones de los expertos apuntan a un cambio inevitable para el 2025 debido a la proliferación de sensores inteligentes, software y centros de datos masivos con efectos disruptivos en todos los sectores de actividad. Aunque sus opiniones se dividen en pro y contra, los dos grupos llegan a unas conclusiones comunes: la inclusión profunda del Internet de las cosas en la vida de los usuarios llegará a difuminar paulatinamente la línea que los separa de la tecnología y si algo determina un futuro con más beneficios que inconvenientes es la forma en la que se toman las decisiones relacionadas con su uso.






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