lunes, 4 de agosto de 2014

Apagón de Facebook, las consecuencias

Facebook no es una red social cualquiera. Es la líder absoluta del sector con más de 1.000 millones de usuarios repartidos por todo el globo, y una de las mayores plataformas publicitarias de la actualidad, canal fundamental en la distribución de juegos casuales, o lo que muchos sitios y apps utilizan como sistema de inicio de sesión, entre otras cosas. Vamos, que se trata de una de las piedras angulares de la Internet de hoy, a pesar de lo cual no está exenta de sufrir fallos, lo que volvió a quedar patente el pasado viernes.

Y es que como seguramente muchos de vosotros notasteis, en la mentada jornada la red social dejó de funcionar a nivel mundial en todos sus sabores (en móviles, tabletas y ordenadores), durante una hora en determinadas localizaciones y hasta dos y media en otras, el apagón de Facebook más largo de los últimos cuatro años, cuyas consecuencias fueron más allá de la obvia de dejar unas horas a millones de personas sin la posibilidad de compartir cosas con su grafo social.

Discernir todas las consecuencias de un error de este calado en Facebook resulta imposible, por su ingente tamaño, su influencia en numerosos ámbitos, y por la falta de datos en relación al mismo. Sin embargo, si tiramos de la pura lógica, la deducción, y las “cuentas de la abuela”, sí que es posible discernir algunas de las consecuencias importantes derivadas de la caída.

Por ejemplo, si tenemos en cuenta que la mayoría de los ingresos de la red social proceden de la venta de anuncios en la plataforma, está claro que el apagón tiene que haberles generado pérdidas millonarias. ¿De cuánto? Pues según estimaciones, Facebook dejó de ingresar como consecuencia de la caída que nos ocupa unos 1.200 millones de dólares (podría haber sido más, y también menos, porque hay muchos factores que entran en juego de los que no se tiene información, desde los países en los que Facebook dejó de funcionar hasta el número exacto de afectados).

Por otro lado, está el asunto que decíamos al comienzo de que numerosas webs y aplicaciones usan Facebook para que sus usuarios ingresen, sistema que también quedó KO a causa del batacazo, lo que seguro provocó que esas webs y aplicaciones perdieran tráfico, y además ingresos aquellas de ellas que tienen publicidad (es una verdadera pena no contar con cifras a este particular, porque fijo que las de más de uno son más relevantes de lo que podríamos llegar a pensar, al igual que es una pena no disponer de números de tráfico mundial en las horas que Facebook permació fuera de juego, ya que seguro que cayó de forma perceptible porque hoy por hoy la red social es un de las principales fuentes de visitas).

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Pero ya se sabe que lo que a unos les viene mal, a otros les beneficia. En este caso, uno de los mayores agraciados de la caída de Facebook fue uno de sus principales competidores, Twitter, lugar al que un número indeterminado de personas acudieron justamente a contar que Facebook estaba caído. Así lo demuestra el etiqueta #facebookdown, que se convirtió en tendencia mundial y bajo la que muchos publicaron tweets de cachondeo sobre el hecho.

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Por último, la nota curiosa en relación a la caída la puso el sargento Burton Brink del departamento del sheriff del condado de Los Angeles, quién contó en Twitter que, tras el blackout de Facebook, empezaron a recibir llamadas de gente para preguntarles si sabían cuándo volvería a estar en pie la red social. Según sus propias palabras: “#Facebook no es un problema sobre el cumpliemiento de la ley, por favor no nos llame acerca de que se ha caído, no sabemos cuándo FB volverá a estar disponible!”.

¿Conclusión? Hay tres muy claras. La primera, que a causa de su tamaño y sus tecnologías, los fallos en Facebook repercuten en mayor o menor medida, y de forma positiva o negativa, en todo el ecosistema de Internet y no sólo a ellos mismos. La segunda, que las empresas que obtienen todos o casi todos sus ingresos a través de Internet no pueden permitirse caídas bajo ningún concepto porque les provocan muchas y muy rápidas pérdidas (en las del mundo físico algo muy gordo tiene que pasar para sufrir el volumen de pérdidas de las de Internet ante una desconexión). Y la tercera, que el común de los mortales sigue sin tener muy claro como funciona Facebook en particular e Internet en general.






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