sábado, 30 de agosto de 2014

Cómo acceder a Internet desde las zonas rurales más remotas

Aunque la red fija, bien sea tradicional o de fibra óptica, llega a la mayor parte de los hogares españoles, hay otros tantos, en las zonas rurales, que tienen grandes limitaciones a la hora de acceder a servicios de telefonía e Internet de forma aceptable. Hablamos normalmente de localidades de entre 10 y 500 habitantes, alejadas de las zonas urbanas y con orografías a veces complicadas, en la que o no llega la red fija o si lo hace, la conexión a Internet que ofrece no supera 1 Mbps de bajada.

Sin embargo, aunque los habitantes de estos lugares no puedan acceder a las ventajas del ADSL o el cable, sí que pueden disfrutar de Internet a alta velocidad y con todas las garantías. Estas son las tres principales alternativas existentes para aquellos que viven en zonas rurales:

3G/4G: el móvil llega donde el fijo no lo hace

Aunque parezca sorprendente, en ocasiones la cobertura móvil de nuestro país puede superar a las instalaciones fijas. En ese sentido, muchos pueblos cuentan con una magnífica conexión de datos móvil pero con una malísima calidad de red tradicional, con lo que lo tienen más que sencillo para navegar por la red de redes a la máxima velocidad: usar el 3G o el 4G (donde ya esté disponible) no sólo para su smartphone sino para todos los equipos del hogar.

Existen dos posibilidades para aprovechar el 3G/4G. Si el uso va a ser ocasional, no es necesario comprar ningún equipo ni contratar ninguna tarifa adicional, ya que los principales operadores móviles permiten hacer tethering (compartir la conexión de datos de nuestro smartphone, creando una suerte de red WiFi con nuestro móvil como supuesto router) con la misma tarifa plana con que contamos. Sin embargo, si nuestro uso de Internet va a ser más intensivo, en el mercado existe una amplia variedad de routers y módems 3G y 4G (entre 20 y 80 euros), con los que se puede contratar una tarifa plana de datos (alrededor de 10 y 40 euros mensuales, según el número de Mb contratados) u optar por pagar sólo los días que navegues o por la cantidad de datos consumidos.

Satélite: cobertura 100% garantizada

Aunque la conexión 3G/4G cuenta con la ventaja de no tener más instalación que la de un router, sí suele tener límite a la cantidad de datos que podemos consumir. Para aquellos que no gusten de estas barreras, la opción más habitual suele ser el satélite.

¿Hasta dónde llegarán los satélites de Google?

Para poder disfrutar de Internet a través del satélite es necesario colocar una pequeña antena parabólica en el exterior de la casa, así como un receptor en el interior que será el que dará la señal WiFi. La velocidad que ofrece el satélite es amplísima, incluso similares a la de la fibra óptica, aunque las ofertas más habituales suelen ser más equivalentes al ADSL (hasta 22 Mbps de descarga y 6 Mbps velocidad de subida) y rondar los 30-60 euros al mes.

WiMAX: el WiFi a gran escala

Al margen del satélite, existe otra opción cada vez más frecuente en nuestro país para conectarse a Internet desde esos parajes remotos de nuestro país a los que no llegan los operadores tradicionales y, por qué no, desde las ciudades en las que la conexión fija deja que desear.

Se trata del WiMAX,  una tecnología que consiste en que un operador (normalmente empresas locales) instale una gran antena, con conexión a Internet, la cual expande esa señal a decenas de kilómetros de distancia. Obviamente, cada hogar o negocio que quiera acceder a esta señal debe contar con otra antena para recoger las ondas, así como un receptor en el interior que nos proporcione WiFi a toda la casa.

Su velocidad dependerá de la conexión a Internet originaria del proveedor, con lo que puede oscilar entre 1 Mbps –en el caso de los más modestos– a 200 Mbps por segundo, en el caso de proveedores de mayor trayectoria, con precios entre los 30 a 70 euros al mes.






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