sábado, 30 de agosto de 2014

La espiral del silencio en las redes sociales

Una de las tendencias del comportamiento humano observadas ya en la era preInternet por los especialistas en comunicación era la de optar por no hablar en público sobre temas políticos cuando la persona estima que su punto de vista no es ampliamente compartido. A esta tendencia se la conoce como “la espiral del silencio”. Con el surgimiento de Twitter, Facebook, y el resto de redes sociales, muchos pensaron que al haber aumentado el ámbito y las vías de discusión, los poseedores de puntos de vista minoritarios se sentirían más libres para expresar sus opiniones, contribuyendo así a enriquecer el debate público.

Para confirmar o desmentir esa teoría, la consultora Pew Internet ha publicado ahora un estudio sobre la manifestación de opiniones políticas en la Red, pasando a 1.801 adultos preguntas sobre un asunto polémico: las revelaciones de Edward Snowden en 2013 y el programa de vigilancia de la NSA. El tema fue elegido precisamente porque anteriores estudios del Centro Pew de Investigación mostraron que ese debate polarizaba notablemente a la opinión pública estadounidense (44% en contra de la filtración, 49% a favor). El estudio, en definitiva, buscaba conocer las opiniones de los sujetos sobre este tema, su disposición a posicionarse sobre el asunto ante otros tanto cara a cara como online, y su percepción sobre la opinión de los demás en ambos ámbitos.

Los hallazgos del estudio fueron varios:

  • La gente estaba menos dispuesta a debatir sobre la polémica Snowden-NSA en las redes sociales (42%) que en persona (86%).
  • De aquellos que no querían discutir sobre el tema en persona, sólo un 0,3% estaba dispuesto a hacerlo en las redes, por lo que era falso que éstas ofrecieran una plataforma alternativa de debate.
  • Los sujetos estaban tres veces más dispuestos a debatir sobre el asunto en el trabajo si percibían que sus compañeros de trabajo estaban de acuerdo con su opinión. Esto es, la gente prefiere hablar de algo sólo una vez sabe que su opinión no es minoritaria. Se detectó exactamente la misma tendencia entre los usuarios de las redes sociales, con la particularidad de que saberse en minoría entre sus contactos online reducía su disposición a hablar del tema también cara a cara.

Por ello, la conclusión es que las redes sociales no sólo no aportaron nuevos entornos de debate, sino que contribuyeron a extender la espiral del silencio sobre el caso Snowden/NSA, ayudando al silencio de aquellos que se consideraban (acertadamente o no) poseedores de una opinión minoritaria en su entorno.

Miedo al aislamiento

La visión tradicional de la espiral del silencio plantea que las personas callan por miedo al aislamiento: anteriores estudios de Pew muestran que es común que los usuarios de las redes sociales estén equivocados a la hora de valorar las opiniones reales de sus contactos, y que cuando las descubren, muchos optan por no divulgar las suyas propias por miedo entrar en discusiones estériles y a disgustar o perder a los amigos. En otros casos, la autocensura tiene que ver con la permanencia escrita de las opiniones, y con el efecto que eso podría tener -por ejemplo- sobre futuros empleadores.

La espiral del silencio fue teorizada por Elisabeth Noelle-Neumann en 1976 cuando definió la opinión pública como “la opinión dominante que exige el consentimiento o, como mínimo, obliga al silencio” de los que disienten. Para Noelle-Neumann, los medios (tradicionales) creaban una presión ambiental constante y en sintonía con la opinión pública mayoritaria, generando así mayorías crecientes y minorías cada vez más menguantes. La tendencia no parece haber cambiado con los nuevos medios sociales, por desgracia.

Imagen | DryHundredFear via photopin cc






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