domingo, 17 de agosto de 2014

El e-mail no ha muerto

“Los rumores sobre mi muerte han sido un poco exagerados”
(Mark Twain)

En el mundillo geek, existe la moda de matar tecnologías cada poco tiempo: La muerte de los blogs se lleva anunciando año sí y año no desde hace más de un lustro, más o menos el mismo tiempo que el liderazgo de Google lleva agonizando por cualquier pequeña noticia irrelevante. Ah, y Windows y Linux se han matado mutuamente 3 ó 4 veces ya. Pero si hay un clásico en lo que respecta a muertes tecnológicas no concluidas, ése es el de la muerte del correo electrónico.

La gente de Slack, una pujante herramienta de comunicación corporativa, suele mencionar que “han salvado al mundo de más de 70 millones de correos electrónicos). Justin Rosenstein, co-fundador del servicio de productividad Asana, afirma que los mails se han “convertido en una herramiento anti-productividad”. Pero si lo pensamos por un momento, resulta lógico que quien busca sustituir al e-mail difunda una imagen obsoleta del mismo. Pero tampoco parecen llegar buenas noticias por el lado de los más jóvenes: la Generación Z cada vez usa menos el correo electrónico, al que sustituyen cada vez más frecuentemente por redes sociales y herramientas de mensajería. Pero pensemos, por otra parte, que la mayoría de los miembros de dicha generación no han llegado aún a la enseñanza superior (ya no hablemos del mercado labora), y que no parece muy factible que no vayan a variar entonces sus hábitos digitales.

Bien, entonces… ¿qué argumentos respaldan la visión de que el correo electrónico tiene aún mucho de ofrecer? Veamos:

  • El e-mail es una plataforma enorme, descentralizada, interoperable y abierta. Un ecosistema abierto frente a Facebook o Whatsapp, sobre el que aún pueden construirse servicios y aplicaciones innovadoras. ¿Podemos, acaso, mantenernos como usuarios de LINE cuando todos nuestros amigos usan Whatasapp? ¿Cuándo hemos podido, acaso, enviar mensajes desde Facebook a un amigo que tuviera únicamente Tuenti? Y ahora pensemos si cuando obtuvimos nuestra primera cuenta de GMail eso supuso algún obstáculo para enviar mensajes a nuestros amigos con cuenta Hotmail.
  • Nuestras bandejas de entrada son cada vez más inteligentes: no sólo hace años que hemos conseguido relegar el spam al papel de mera anécdota (logro que, sinceramente, aún no han alcanzado los comentarios de los blogs ni las notificaciones de nuestras redes sociales), sino que nuevas funcionalidades como Gmail Priority permiten ordenar por categorías y automáticamente nuestros e-mails, convirtiendo a nuestras cuentas de correo en un sistema óptimo para almacenar y buscar mensajes personales, facturas electrónicas, boletines de noticias, etc.
  • Los cambios del e-mail en estos casi 20 años han sido amplísimos. Comparemos una cuenta de Hotmail de 1996 y el buzón de correo de un iPhone actual. No sólo se aprecia la evolución estética: la mejora alcanza al proceso de recepción, o a su capacidad de envío (¿de cuántos Mb eran los archivos adjuntos en aquella época? ¿cuántos mensajes podíamos almacenar on-line antes de vernos obligados a hacer borrados masivos?). El que la inexistencia de una empresa promotora de esta tecnología haya hecho pasar desapercibidos estos cambios no quiere decir que no existan.
  • Se ha adaptado mejor y más rápido al visionado móvil que, por ejemplo, la tecnología web.
  • Se le están añadiendo nuevas funcionalidades constantemente. Por ejemplo, Google Wallet hace uso del correo para realizar envíos de dinero entre usuarios.

Imagen | notoriousxl via photopin cc






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