El concepto de red que conecta desde relojes y casas hasta plantas industriales o bases de datos de empresas ha ido aumentando su significado a medida que se han ido desarrollado también nuevos dispositivos y sensores. Actualmente el Internet de las cosas ha ganado tanta influencia que se ha convertido en el tema predilecto del sector tecnológico y de los medios de información.
Las razones son justificadas si pensamos en los numerosos estudios que nos indican que esto es sólo el principio de una nueva era con más sensores que personas. Aun así, otros especialistas nos advierten de que el salto a las grandes expectativas generadas por la implantación de este concepto tecnológico a corto plazo se convertirá en una curva de la ‘desilusión’ en los próximos años.
Los principales factores que indican un retraso en el proceso de adopción del Internet de las cosas, tal como lo apuntan los analistas de Gartner en su estudio sobre el ciclo de las tecnologías emergentes, son la falta de estandarización del sector y el carácter cambiante de las tecnologías:
La estandarización (estándares de datos, protocolos inalámbricos, tecnologías) sigue siendo un reto que puede frenar la adopción más rápida del IoT”, declara Hung LeHong, representante de la consultora tecnológica.
¿Cuánto tiempo se alargará este proceso? Los mismos analistas estiman que las organizaciones, asociaciones y representantes políticos regionales encontrarán una solución a la falta de estándares durante los próximos tres a cinco años.
Imagen: Hype Cycle for Emerging Technologies, Gartner.
Un proceso complejo que necesita seguir su curso para encontrar el equilibrio
El estudio Hype Cycle for Emerging Technologies de Gartner es el resultado de una investigación que intenta ofrecer una perspectiva completa de las tendencias tecnológicas actuales para que luego las empresas la puedan usar como herramienta en el desarrollo de sus negocio en este sector. Se trata de un análisis anual que la consultora desarrolla para clasificar las tecnologías emergentes en una categoría específica en función del nivel de expectativas al que llegan.
La primera fase es la que incluye esas innovaciones a largo plazo, en concreto las que necesitarán hasta diez años para ser implantadas al uso general como por ejemplo la informática cuántica o las interfaces cerebro-ordenador. En la siguiente fase el periodo puede alternar entre los cinco y diez años y es cuando se cree que la tecnología tiene la capacidad de solucionar cualquier problema. Gartner lo define como el nivel máximo de expectativas e incluye la impresión 3D, el Internet de las cosas o los wearables. El proceso continúa con un “ciclo de desilusión” en el que el usuario se da cuenta de que las expectativas son demasiado altas para poder cumplirse, es decir al probar la tecnología se dan cuenta de que no ha madurado suficientemente y todavía falta tiempo para que llegue a su máximo desarrollo. El estudio clasifica en esta fase innovaciones como la realidad virtual, el NFC o la gamificación.
Según los analistas el retraso es una etapa que no se puede evitar y al mismo tiempo necesaria para llegar al nivel más importante. Es cuando el producto empieza a subir una “cuesta de iluminación” para que después pase directamente a la línea de productividad estable. A partir de este momento habrá pasado el suficiente tiempo para que los desarrolladores descubran el verdadero potencial de la tecnología y para que los usuarios puedan darle una segunda oportunidad.
Esta última conclusión de la consultora desplaza el debate iniciado al principio hacia una perspectiva global no tan negativa. El Internet de las cosas así como todas las otras tecnologías emergentes que alcanzarán su nivel máximo de expectativas, entendido como un proceso que no sigue un curso natural de evolución, no desaparecerán definitivamente, sino que pararán su curso por un periodo hasta que la sociedad esté preparada para darle el uso adecuado.
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