sábado, 29 de noviembre de 2014

Robots que “sudan” y “respiran” se instalan durante seis años en tres casas de EEUU

Desde fuera no llamaba la atención algún aspecto que la hiciera parecer diferente a otra casa normal y corriente. Aun así, una vez dentro, cualquier persona hubiera pensado que se encontraba en una vivienda un tanto atípica. Las luces se encendían cada noche y se apagaban después de un tiempo, la ducha empezaba a funcionar por sí sola cada mañana, la puerta de la nevera se abría y se cerraba varias veces a lo largo del día, la lavadora y la secadora se ponían en marcha a ciertos intervalos. Todo parecía controlado por alguien, pero nadie habitaba la casa, al menos ningún… humano.

Parecía que había fenómenos extraños pero, nada de eso. En realidad se trataba de Campbell Creek, un largo experimento que empezó en 2009 y fue resultado de una colaboración entre Tennessee Valley Authority (TVA), Electric Power Research Institute y Oak Ridge National Laboratories (ORNL). El proyecto de investigación consistió en la construcción de tres casas en Campbell Creek (Tennessee), habitadas por varios robots programados a simular la vida de un grupo de humanos. Así pues, las neveras se equiparon con brazos robóticos para abrirse y cerrarse solas y los otros aparatos se controlaban a través de sistemas informáticos para encenderse y apagarse según un horario establecido. El principal objetivo era de evaluar la eficiencia energética y de las tecnologías de construcción en un ambiente controlado.

En busca del modelo de vivienda sostenible

Una de las viviendas era una casa típica, construida para realizar un consumo de energía, muy poco por debajo de cualquier casa existente en ese momento en el mercad, la segunda representaba un modelo superior, con ventanas mejores y otras sistemas de eficiencia energética, mientras que la tercera era la casa de “energía zero”, construida con las últimas tecnologías para ser lo más eficiente posible. Esta última disponía de más aislamiento, electrodomésticos de muy bajo consumo, así como un sistema de paneles solares instalado en el tejado.

Como era de esperar en el caso de unas viviendas automatizadas no faltaban los dispositivos conectados. Los promotores del proyecto equiparon las tres casas con 400 sensores para monitorizar el consumo de energía.  A todo esto, las luces, lavadoras y otros electrodomésticos se programaron a funcionar de tal manera que simulen los hábitos de consumo energético de una familia normal.

¿Por qué robots antes que humanos?

Según los investigadores implicados en el estudio, se ha querido realizar un estudio controlado de forma muy estricta, así que en este caso la implicación del factor humano podría haber afectado los resultados finales, por ejemplo la temperatura era controlada según un horario preestablecido, algo que era muy difícil de conseguir en una vivienda de humanos donde cada persona lo establece en función de sus propias necesidades: “La razón de elegir los robots fue que, para tener una comparación ‘manzanas con manzanas’ de los datos de rendimiento a través de las casas, se exigía que el impacto en el uso de energía de los ocupantes fuera idéntico”, declara Patrick Hughes, director del Centro de Investigación e Integración de Tecnologías de Construcción del ORNL.

Sacar a los humanos de la ecuación les ha solucionado una parte del problema. Después quedaba por estudiar cómo recrear las mismas condiciones que las de una vivienda habitada por una familia normal  y en este sentido el nivel de humedad ha sido el elemento en torno al cual han girado todas las preguntas. Para ello, la TVA integró a los dispositivos lo que se llama un “sistema de emulación del cuerpo humano” para liberar el nivel de calor y agua que normalmente emanan las personas en una casa normal. La humedad obtenida a través de una simulación de la respiración y el sudor de los humanos les ayudó a corregir el margen de error del estudio: “Si bien no hay seres humanos en la casa, tenemos una mejor representación, una imagen más consistente de estos”, explica Roderick Jackson, un investigador del ORNL.

Los datos recogidos demostraron que el segundo modelo de hogar, readaptado un poco por encima del nivel de las tecnologías eficientes presentes en una casa estándar, utilizó un 37% menos de energía y el de “energía cero” llegó al 55% de ahorro de electricidad y a una factura de servicio cuatro veces menor.

En octubre, la TVA retiró los robots y ahora las viviendas están a  la venta. Al final, el largo experimento que duró seis años dio sus frutos y ofreció al equipo de investigación datos valiosos que le ayudará a poner en marcha futuros proyectos de hogares sostenibles.

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