miércoles, 26 de noviembre de 2014

Una generación de robots capaz de replicarse y adaptarse

La Universidad de Oslo va ya por la tercera generación de robots que salen de las entrañas de su departamento de informática. Llevan ya diez años en ellos y a sus esfuerzos han sumado un elemento que últimamente está presente en casi cualquier ámbito: las impresoras 3D, que dan a los investigadores una flexibilidad que antes no tenían.

Con todo, no es este el aspecto más interesante de la nueva generación de robots, llamada Robotics and Intelligent Systems, ROBIN para los amigos. Para empezar, los robots no son diseñados, estrictamente hablando, por los investigadores, sino por un programa que han creado ellos al que le dan indicaciones acerca de la utilidad que deben tener.

Según uno de los investigadores, el profesor Kyrre Glette, “le decimos al programa de simulación qué querríamos que hiciera el robot, a qué velocidad debería caminar, su tamaño y consumo de energía. Por ejemplo, podríamos querer que el robot fuese capaz de darse la vuelta y cambiar de dirección, escalar rocas o caminar sobre terreno accidentado.”

El programa sugiere la solución que considera óptima. Simula multitud de opciones y produce los mejores modelos. Decide, entre otras cosas, cuál será la forma del cuerpo y cuántas extremidades debe tener el producto resultante. Todo ello aprendiendo además de la respuesta que dan los modelos que producen.

Robots para planetas lejanos

No resultan exactamente tranquilizadores estos robots que se revuelcan por el suelo en el vídeo que ha producido la universidad y que se puede ver en su noticia. Quizá tiene que ver en ello la cantidad de maldad robótica que hemos podido ver en la pantalla grande y en la pequeña. PopSci recuerda Stargate SG-1, pero son multitud las referencias.

Ahora bien, la intención de los investigadores es utilizar los robos de este tipo en lugares de difícil acceso, ya sea aquí en la Tierra o en otros planetas. Según Glette, “en el futuro, los robots deben ser capaces de resolver tareas en minas profundas en planetas lejanos, en zonas de desastres radioactivos, en zonas peligrosas de deslizamiento de tierra y en el fondo marino bajo la Antártica. Estos entornos son tan extremos que ningún ser humano los puede enfrentar. Todo se debe controlar automáticamente. Imagina que el robot entra en las ruinas de una planta nuclear. Encuentra una escalera en la que nadie había pensado. El robot saca una foto. La foto se analiza. Los brazos de uno de los robots tienen una impresora. Ésta produce un nuevo robot, o una nueva parte de un robot existente, lo que permite salvar las escaleras.”

No es, desde luego, descabellado. Incluso la NASA se plantea enviar robots autónomos a la Luna que construyeran una base imprimiéndola en 3D y usando el suelo lunar como materia prima. El espacio será conquistado más por los robots que por los seres humanos.






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