Los protocolos de comunicación entre seres humanos se diferencian de los que mantienen los dispositivos digitales en que son menos eficientes… pero también mucho más flexibles. Mientras que la comunicación entre máquinas requiere que entre emisor y receptor no se pierda ni un sólo bit -bajo el riesgo de que la comunicación se descomponga por completo-, los humanos podemos iniciar una conversación sin conocernos ni compartir vocabulario o marcos de referencia, pero somos capaces de evaluar rápidamente el alcance de nuestra comprensión mutua y adaptar nuestros discursos en consecuencia.
Madhu Sudan, profesor adjunto de ingeniería eléctrica e informática en el MIT, y principal investigador de Microsoft Research Nueva Inglaterra, se ha propuesto trasladar la flexibilidad humana a la comunicación por ordenador. Recientemente, él y sus colegas han empezado a describir los límites teóricos del grado de imprecisión que este tipo de comunicación es capaz de tolerar, un trabajo con consecuencias muy reales para el diseño de protocolos de comunicación.
“Nuestro objetivo no es entender cómo funciona la comunicación humana, sino abordar en abstracto ‘¿Cuál es el tipo de problema que la comunicación humana tiende a resolver muy bien y la comunicación diseñada no’? Y ahora vamos a ver si podemos lograr esquemas de comunicación diseñados que sean capaces de hacer lo mismo”. Por ejemplo, una de las cosas que los humanos hacemos muy bien es medir la cantidad mínima de información necesaria para que su interlocutor comprenda lo que quiere decir. Así, dependiendo del contexto, preguntaremos “¿Quién era ese tío?”, “¿Quién era el hombre de la oficina?” o “¿Quién era el hombre que salió del despacho con sombrero?”. Precisamente éste fue el eje sobre el que se construyó el trabajo de Sudan: el número mínimo de bits que necesitaría enviar un dispositivo a otro para transmitir toda la información necesaria.
Partiendo de un modelo estadístico derivado de los primeros trabajos de Claude Shannon (con los que fundó el campo de la Teoría de la Información), el equipo de investigadores planteó el hecho de que los esquemas de comprensión humanos tienen en cuenta las regularidades estadísticas de los datos, con el emisor y el receptor asignando diferentes probabilidades a diferentes interpretaciones. Así, se afirmaba que los diseñadores de protocolos podían hacer suposiciones razonables acerca del rango de probabilidades, de tal forma que la comprensión del mensaje digital fuera aún posible. El propio Sudan pone el ejemplo de un telescopio en órbita en el espacio profundo: los diseñadores del mismo pueden asumir que entre el 85% y el 95% de los datos de las imágenes recogidas serían color negro, y usar ese supuesto a la hora de comprimirla y enviarla a la Tierra.
Más info | “Communication with Imperfectly Shared Randomness” (PDF)
Imagen | wilhei55 via photopin cc
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