En 2009, la nave espacial Kepler salió de la Tierra con una misión digna de la saga Star Trek: explorar una región de la Vía Láctea en busca de planetas extrasolares que tuvieran condiciones de habitabilidad. Aunque en inicio el tiempo de la misión era de tres años y medio, pronto se decidió duplicarlo hasta el 2016. Siempre y cuando el estado de salud de la nave lo permitiera.
Lo que, lamentablemente, no fue demasiado: en 2013, de los cuatro propulsores, imprescindibles para proporcionarle la estabilidad que necesita para sus observaciones, sólo quedaban dos. Así, de buenas a primeras, nos quedamos sin la misión que podría salvar a la Humanidad a unos siglos vista. A menos, claro, que los ingenieros de la NASA idearan una manera de devolverle estabilidad.
Pues bien, parece que lo han logrado. Para poder equilibrarla con sólo dos propulsores, han utilizado la presión de los fotones que envía el Sol. Como señala ExtremeTech, los fotones no tienen masa, pero sí energía y potencia. Así, la radiación solar supone una fuente adicional de apoyo, suficiente para poder utilizarla en combinación con los dos propulsores que le quedan activos a la sonda.
La Súper Tierra HIP 116454b
Pese a las dificultades para que con este método se logre la posición absoluta que precisa la Kepler para que sus observaciones sean fiables, la sonda ha sido capaz de identificar una nueva Súper Tierra. Como es habitual, tiene uno de esos nombres que sólo puedes recordar si eres un autista tipo Rain Man: HIP 116454b. Es dos veces y media más grande que la Tierra, con doce veces su masa.
Quizá sea demasiado caliente para poder albergar vida, teniendo en cuenta que orbita muy cerca de su sol. Pero hay que ver el lado bueno: sus años son de tan sólo 9,1 días, así que tendríamos una fiesta de fin de año casi cada semana. No es, en todo caso, el planeta con más posibilidades de dar por cerrada la búsqueda de un hogar en Battlestar Galactica, pero al menos supone la vuelta de la Kepler a la vida activa.
Aunque a partir de ahora el volumen de planetas encontrados se reducirá considerablemente debido a la dificultad del nuevo método estabilizador, quizá la habilidad de los ingenieros de la NASA le permita alcanzar el objetivo de 2016 para dar por finalizada su misión. Es la segunda vez que vuelve a la vida y cada vez lo tiene más complicado. El equipo de la NASA, dirigido por Andrew Vanderburg, ha elaborado un algoritmo matemático que compensa la delicada estabilidad de la sonda, de modo que todavía hay esperanza de que encuentre una segunda Tierra perfecta.
from TICbeat http://ift.tt/1ven36j