El lunes 24 de noviembre, a las 10:28 hora española se cumplió un hito de la conquista espacial (y de la tecnología de impresión 3D): la primera impresora 3D diseñada para funcionar en el espacio fabricaba con éxito su primera pieza a bordo de la Estación Espacial Internacional. El experimento “Impresión 3D en Gravedad Cero” se llevó a cabo conjuntamente por el Centro de Vuelo Espacial Marshall de la NASA y por la citada compañía Made In Space (que a su vez diseñó y construyó la impresora que lo hizo posible a través del programa Small Business Innovation Research de la NASA). La impresora había llegado a la Estación Espacial en septiembre de este año (aunque estaba previsto que llegara un mes antes), y se había instalado en la ‘Caja Guante de Ciencias de la Microgravedad’ de la misma el 17 de noviembre.
“Cuando el primer ser humano fabricó una herramienta a partir de una roca, seguro que no imaginó que algún día replicaríamos el mismo proceso en el espacio exterior”, afirmó Aaron Kemmer, CEO de Made In Space Inc. “Vemos la puesta en marcha de esta impresora 3D como un momento de transformación, no sólo para el desarrollo espacial, sino incluso para la capacidad de nuestra especie para vivir fuera del planeta Tierra”. Además, la primera pieza construida por esta impresora es una pieza de sí misma: una placa frontal para su propio cabezal de extrusión. En palabras de Jason Dunn, Director Técnico de Made In Space: “Esta primera impresión sirve para demostrar el potencial de esta tecnología para producir piezas de repuesto a demanda si un componente crítico falla en el espacio”.
Hasta ahora, todas y cada una de las piezas y herramientas del programa espacial se habían construido en la Tierra y requerían de cohetes para llegar al espacio, pero éste ha dejado de ser su único medio de transporte del hardware usado por los astronautas: contar con una impresora a bordo de la Estación Espacial permitirá que los diseños se lleven a cabo en la Tierra, para luego viajar digitalmente a la estación espacial y crear el objeto físico en cuestión de horas. “En el futuro cercano, los componentes manufacturados a demanda serán más fiables y eficientes, y los programas espaciales serán menos dependientes de la Tierra”.
Ésta y otras piezas impresas serán devueltas a la Tierra por medio del próximo vuelo, con el fin de compararlos con las impresiones de control, lo que proporcionará una amplia gama de datos de gran importancia, como la resistencia a la tracción o la flexibilidad. Esta información permitirá que el equipo de Made In Space realice los ajustes necesarios a una segunda impresora 3D que debería estar a bordo de la Estación Espacial en 2015.
Por su parte, la Agencia Espacial Europea también está experimentando con la impresión 3D, hasta el punto de estudiar la posibilidad de usarla para edificar una pequeña base lunar.
Vía | Made In Space
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