Tras el revuelo que provocó al retirar, sin previo aviso, todo su catálogo del servicio de streaming Spotify, la superventas Taylor Swift ha subido esta semana la mayoría de sus discos a Tidal, la plataforma que el rapero y productor Jay Z compró a principios de mes.
La noticia saltó a principios de semana, cuando los fans de la joven estrella norteamericana comenzaron a propagar su alegría por las redes sociales: volvían a poder escuchar a su cantante favorita en streaming, un método de distribución con el que la artista no siempre se ha mostrado conforme por sus aspectos económicos. En una columna publicada en el Wall Street Journal en julio del año pasado, Swift se refirió a quienes “prácticamente regalan su música” en Internet recordando que “el arte es importante y difícil de encontrar, y las cosas importantes y difíciles de encontrar merecen ser pagadas”.
No obstante, parece que, entre todos los de Swift que ahora pueden escucharse en Tidal, sigue faltando el de la discordia y, probablemente, el más esperado por sus seguidores: 1989, su último trabajo, editado en 2014, el mismo que nunca llegó a subirse a Spotify y tras cuyo lanzamiento llegó la polémica marcha a la francesa de la cantante norteamericana de una plataforma que ya suma más de 50 millones de usuarios, y en la que ella atesoraba alrededor de 16 millones de oyentes mensuales.
El equipo de Swift se ha puesto en contacto con el departamento de noticias de la célebre cadena musical MTV, una de las primeras en difundir la noticia, para afirmar que, en realidad, “nada ha cambiado”. “Excepto el multiplatino 1989, todos los álbumes de Taylor Swift están disponibles en los servicios de streaming en los que la suscripción es de pago. Es algo que nunca ha cambiado, porque creemos que la música tiene valor y no debe estar disponible de forma gratuita”, aseguran desde Big Machine Records.
Parece, por tanto, que la ausencia de streaming parece casi una estrategia de promoción de 1989, un disco al que no figurar en las plataformas online a las que ya están tan habituados muchos usuarios no le ha impedido obtener buenos números, con más de un millón de copias vendidas solo en su semana de debut en noviembre del año pasado. Swift y quienes la asesoran saben moverse en Internet: la semana pasada se supo que, tras la llegada de las extensiones de dominio .porn y .adult, la cantante había adquirido los que llevaban su nombre, para así ahorrarse disgustos y, probablemente, dinero.
El pasado febrero la compañía Project Panther Bidco, propiedad del músico Jay-Z, ofreció 56,1 millones de dólares por la empresa sueca Aspiro, responsable de dos servicios de música en streaming: WiMP y Tidal. Con un catálogo de 25 millones de canciones, WiMP ofrece en Alemania, Dinamarca, Noruega, Polonia y Suecia dos servicios de streaming, uno de pago y otro gratuito. Tidal es algo así como una versión reloaded de pago que funciona en Estados Unidos y el Reino Unido desde el año pasado.
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