domingo, 28 de abril de 2013

El poder de la información, el poder de una smart city

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Hace tiempo un genio contemporáneo de las nuevas tecnologías y el desarrollo empresarial como Bill Gates popularizó la conocida frase “la información es poder”. Aplicada en contextos muy diversos, esta afirmación es, en el ámbito de las smart cities, una idea clave con la que entender qué son exactamente las ciudades inteligentes o cómo se lleva a cabo una gestión inteligente de una ciudad, que viene a ser lo mismo.

Se considera ‘inteligente’ a una ciudad que apuesta por la innovación para generar más información con la que intervenir en la realidad y poder así mejorarla. Mas información a disposición de las ciudades y de los ciudadanos, más información para poder mejorar servicios, información para crear otros nuevos, más información sobre la que crear nuevas herramientas que modernicen el sistema, más información para democratizar la gestión de las Administraciones Públicas y más información para favorecer el desarrollo de nuevas ideas de negocio que generen empleo en nuestras ciudades. Una información que obtenemos gracias a mecanismos, sensores o dispositivos de última generación desplegados en nuestras calles, en fachadas, farolas, vehículos…

Apenas los vemos pero trabajan en silencio para proporcionarnos esa ansiada información que nos va a permitir tomar decisiones más eficaces, ahorrar costes y desarrollar nuevos modelos de negocio en nuestras ciudades.

Son objetivos reales y realizables. Están a nuestro alcance gracias a la apuesta estratégica por la innovación y el desarrollo tecnológico que ya están haciendo numerosos municipios españoles.

En España, más de 40 ciudades están convencidas de que esa es la senda que marca el futuro de la Administración local, la más cercana a los ciudadanos. Unidas en la Red Española de Ciudades Inteligentes (RECI) damos forma a una plataforma de cooperación y puesta en común intermunicipal configurada como un equipo de trabajo lineal en el que cada ayuntamiento comparte su experiencia, sus ideas y proyectos para mejorar la eficiencia de los servicios que prestan a sus vecinos y a los visitantes. De esta forma conseguimos no duplicar esfuerzos sino aunarlos para conseguir mejores resultados, no caer en los mismos errores, aplicar los modelos de éxito puestos en marcha en otros puntos de España, ahorrar costes y seguir la senda de la eficiencia y la sostenibilidad que debe regir a cualquier smart city

De esta forma, si Santander por ejemplo pone en marcha un sistema de gestión inteligente del agua –con información en tiempo real a disposición de los vecinos sobre calidad, consumo o presión– lo comparte con el resto de ciudades que puedan llegar a estar interesadas.

Más ejemplos, ¿por qué vamos a permitirnos tener iluminada una calle  cuando no pasa nadie? Tal vez sea mejor que un sensor de presencia active la luz cuando alguien la transite. O ¿por qué tenemos que estar dando vueltas con el coche en busca de aparcamiento por las mismas calles una y otra vez si hay paneles en que nos informan de las plazas libres que hay en cada vial? Son proyectos que ya están en marcha en España, proyectos que impulsamos y compartimos en la RECI. Como la gestión eficiente de la recogida de residuos urbana que permite establecer rutas en función del llenado de los contenedores; o la puesta en marcha del riego inteligente en las zonas verdes sólo cuando sea necesario y no como un acto programado. En esto también nos ayudan las nuevas tecnologías desplegando sistemas que informan de la necesidad o no de activar el riego en función del grado de humedad ambiente, de la tierra o de la  temperatura entre otras variables. Ahí está de nuevo la manida frase: la información es poder. Poder para decidir por ejemplo a cuál de los miles de puntos de interés que existen en cualquier capital puede ir un turista que se descargue las apps puestas en marcha en las ciudades en esta línea. Poder para decidir si nos desplazamos o no al Ayuntamiento a realizar un trámite o lo hacemos desde casa gracias a las oficinas virtuales que se están implantando. Poder para establecer una comunicación directa con los responsables de los servicios municipales y hacerles llegar notificaciones, sugerencias o peticiones que mejoren la ciudad. Eso también es ya una realidad. Como lo son las aplicaciones basadas en la realidad aumentada que permiten a los usuarios saber a cuantos metros se encuentra de una determinada parada el autobús que necesita para desplazarse por la ciudad, o cuántas bicicletas de préstamo hay libres a su alrededor.

Proyectos que salen adelante gracias a la colaboración con la comunidad científica, con el resto de ciudades de la red y gracias a la cooperación con el tejido empresarial, que juega un papel fundamental en este ámbito.

Pensando en ellos y en su capacidad para crear nuevos servicios y como consecuencia, nuevos puestos de trabajo, las ciudades que forman parte de la RECI están llevando a cabo importantes líneas de trabajo. Los sistemas open data por ejemplo permitirán dar acceso a la información con la que cuenta la Administración y que puede hacerse pública, poniéndola a disposición de los ciudadanos en formatos digitales, estandarizados y abiertos, para favorecer la transparencia, la reutilización y permitir la creación de servicios públicos y privados de valor añadido. Nuevas oportunidades que redunden en un beneficio común. Ese es el verdadero poder de una ciudad inteligente, el valor que ha de generar cualquier ciudad del presente pensando en el más inmediato futuro.

foto cc Steven2358

 

 

El autor de este artículo es Íñigo de la Serna Hernáiz, alcalde de Santander y presidente de la Red Española de Ciudades Inteligentes (RECI) y de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP).

 

 

 

 

 





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