Zunzun. Así llaman en Cuba a un colibrí muy característico de su isla, y con el nombre de su canto, el “Zunzuneo”, fue bautizado el proyecto de red social con el que, en 2010, USAID, la Agencia estadounidense de Cooperación Internacional pretendía debilitar al gobierno castrista.
Liderado por un trabajador del gobierno norteamericano llamado Joe McSpedon, el equipo de Zunzuneo trabajó durante meses para crear una red de mensajería instantánea que pudiera poner en contacto a cientos de miles de cubanos.
Según ha informado la agencia Associated Press, el gobierno de EEUU pretendía proteger esta plataforma de comunicación tras un muro de empresas fantasma y una cuenta bancaria albergada en las islas Caimán, y mediante un sistema que se valdría de los mensajes SMS para escapar a la censura cubana. En Cuba muchos disidentes, como Yoani Sánchez, han confesado que utilizan los SMS para poder tuitear con libertad.
Buscando una “Primavera Cubana”
La hoja de ruta del proyecto “Zunzuneo”, en cambio, no contemplaba la difusión instantánea de ideas antirrevolucionarias a través de su plataforma. El plan consistía en que la red comenzase a funcionar con contenidos en apariencia tan inocuos como información sobre fútbol, música y huracanes, y que, una vez la plataforma contase con una base sólida de seguidores, comenzaran los llamamientos para que los cubanos “se organizasen”. Como dice uno de los documentos a los que ha tenido acceso Associated Press, se trataba de incitar una “Primavera Cubana”, similar a las que se han dado en varios países árabes, o de “renegociar el equilibrio de poder entre estado y sociedad” a través de las redes sociales.
Más de 40.000 cubanos se conectaron a esta red de intercambio de noticias y opiniones sin tener nunca, eso sí, conocimiento de que detrás de ella se escondían las autoridades estadounidenses. Ni siquiera la legalidad del proyecto dentro de su país de nacimiento está del todo clara: en Estados Unidos cualquier programa de una agencia federal que requiera acciones encubiertas necesita la autorización del presidente. Todavía no se sabe con certeza quién aprobó el proyecto Zunzuneo.
Por ejemplo, se desconoce si el proyecto nació de la misma USAID o sí, en cambio, fue propuesto por Creative Associates International, una empresa radicada en Washington que obtiene muchos de sus ingresos de contratos con el gobierno estadounidense. Lo que sí muestran los documentos filtrados es que un contacto del gobierno norteamericano en Cubacel, la operadora telefónica estatal de Cuba, le facilitó todos los números de teléfono de los usuarios a un ingeniero cubano residente en España, quien, a su vez, se los facilitó a la USAID y a Creative Associates.
Se fue como vino
El caso es que los ideólogos del proyecto Zunzuneo aprovecharon el impulso que Raúl Castro quiso dar a las comunicaciones móviles –aunque los smartphones continúan restringidos- tras su ascenso al poder, y lograron que, seis meses después de su lanzamiento, en febrero de 2010, la plataforma contase con 25.000 usuarios en Cuba. Un año después, ya eran 40.000.
Eso era más de lo que la USAID se sentía capaz de gestionar y controlar y, tras un intento fallido de venta a una empresa de terceros que no tuviera nada que ver con las intenciones iniciales del proyecto, a mediados de 2012 los usuarios de Zunzuneo se percataron de que el servicio ya solo funcionaba esporádicamente.
En poco tiempo, dejó de funcionar de manera definitiva, desapareciendo de forma tan misteriosa como se había presentado en sus vidas. Muchos aprovecharon el muy limitado acceso a las redes sociales en Cuba para preguntar en foros y páginas qué había pasado. Cundió, entonces, el rumor de que las autoridades cubanas lo habían incluido en su lista negra y habían decidido censurarlo. Y a la mayoría les pareció una historia lo suficientemente convincente. El pasado mes de febrero, sin embargo, empezó a aparecer la otra parte del iceberg.
Foto cc: dawnhops
from TICbeat http://ift.tt/1dVr2CR