jueves, 29 de enero de 2015

Cómo elegir un buen proveedor de ‘hosting’

A la hora de poner en marcha nuestra propia página web, uno de los momentos decisivos para garantizar el éxito del proyecto es aquel en que elegimos el proveedor de hosting que dará soporte a nuestro site durante nuestra andadura por la Red. De este modo, se convertirá en nuestro partner estrella a la hora de almacenar, procesar y entregar nuestra página a todos los usuarios que la visiten, además de prestarnos servicios de correo electrónico y muchas otras opciones en el backoffice del site.

Por ello, es de suma importancia elegir correctamente cuál es el proveedor de hosting que más nos conviene, no dejándonos llevar tan sólo por el precio sino valorando otras características como la potencia de sus servidores, el tráfico de que disponemos al mes (cuánta gente podrá visitarnos sin que se “caiga” el sistema) o con cuántas otras webs compartiremos sistemas.

Tipos de ‘hosting’

Lo primero de todo es determinar qué modalidad de hosting es la que más te conviene a tu recién ideada web. Existen distintas modalidades, todas ellas con sus ventajas y desventajas, y en tu tejado estará tomar la decisión que más se ajuste a tus necesidades y presupuesto.

La más habitual hoy en día es el hosting compartido, en la que nuestra web comparte potencia de procesamiento (memoria RAM, procesador, storage…) con otros muchos sites. A cambio de esa pérdida de rendimiento (en la que pueden afectarte incluso los problemas que tenga otra página, como un incremento inusitado de sus visitas por un ataque DDoS), obtendrás un precio extremadamente competitivo (alrededor incluso de los 30-50 euros al año) y la garantía de contar con un proveedor de gran tamaño al que se le presupone una fiabilidad alta y unos tiempos de caída mínimos.

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Todo lo contrario es lo que ofrece el hosting dedicado, en el que contrataremos todo un servidor exclusivamente para el uso de nuestra página web. Así, todos los recursos que hayamos contratado sólo los podremos utilizar nosotros, evitando cualquier conflicto y asegurándonos de obtener el máximo rendimiento y un control absoluto sobre la configuración del equipo. En contra de esta modalidad, más allá de un precio que la hace inaccesible para particulares o pequeños proyectos, encontramos que ese mayor control implica también la necesidad de un mayor conocimiento informático para poder sacar el máximo provecho a este modelo.

Entre ambas opciones se encuentran los servidores VPS (servidores virtuales). Se trata de una opción similar a la del ‘hosting’ compartido pero en la que sólo podremos utilizar los recursos que hayamos contratado. ¿Qué significa eso? Que ninguna otra web podrá hacer uso de la parte del servidor que nos corresponde, teniendo todas las capacidades contratadas disponibles para nosotros. Una variante similar al VPS es el cloud hosting, una modalidad en el que nuestros servidores virtualizados se encuentra en realidad alojado en múltiples máquinas que comparten todas sus capacidades: RAM, almacenamiento, procesamiento, etc. Con una gran escalabilidad, se trata de una de las opciones de más crecimiento de la actualidad.

Elementos a tener en cuenta

Una vez que nos hayamos decantado por un modelo de hosting u otro, toca analizar en profundidad las características y funcionalidades que nos ofrece en sus distintos paquetes. En concreto, hemos de fijarnos en la cantidad de espacio de almacenamiento con que contaremos (cuanta mayor cantidad mejor, aunque también podemos jugar con este parámetro para bajar el precio si nuestra web apenas va a contar con contenido multimedia o muy pesado), la transferencia de datos mensual (es decir, cuántos megas o gigas de nuestra web vamos a poder entregar a nuestros visitantes. Si nuestra página pesa 1 Mb y tenemos contratados 100 Mb de transferencia, sólo 100 visitantes podrán ver la web cada mes) o el número de bases de datos que podremos utilizar (aunque en la mayoría de los casos, en aquellas webs sencillas en WordPress o Joomla, con una base de datos será más que suficiente).

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También será elemental conocer la potencia de los procesadores que contratamos, el ancho de banda y la memoria RAM real con que contaremos; todos ellos indicadores del rendimiento y la velocidad que podrá tener nuestra página web. Asimismo, hemos de saber el ‘uptime’ que nos garantiza el proveedor (tiempo en que nuestra web estará disponible y sin caídas, cuanto más cercano al 100% mejor), así como la ubicación y la IP que usará nuestra página (un detalle que técnicamente no influye en exceso pero sí lo puede llegar a hacer a nivel legal y a los ojos de Google que prefiere aquellas webs alojadas en el mismo país al que pertenecen sus visitantes).

Fallos habituales de los proveedores de ‘hosting’

Aunque hagamos una buena elección, hemos de tener en cuenta que los problemas y las incidencias al montar nuestra nueva web son el pan de cada día y que hay una serie de fallos que son, desgraciadamente, habituales al trabajar con los distintos proveedores de hosting.

A las ya mencionadas caídas del servicio debido a picos de tráfico inusitados se une la velocidad lenta de carga cuando estemos al límite de nuestro espacio de alojamiento o la potencia contratada se quede corta, así como errores de configuración al optar por packs ya preinstalados de apps como WordPress o Joomla. La seguridad también es clave, con lo que nuestro proveedor ha de tener todos sus sistemas (tanto hardware como software) al día con los últimos ‘updates’ y actualizaciones para protegerse a las cuasi-infinitas amenazas y virus que nos acechan a diario.






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